Un chiste sobre la muerte


Hace unos días me enviaron este chiste, que aparte de la gracia que pueda tener, o no, a mí me ha sugerido algunas ideas que me alivian el sentido de la muerte.

El chiste dice que había un señor mayor que hablaba todos los días con su perro y una vez le dijo: Mira, Pincho, nos vamos haciendo viejos y tenemos que ir pensando que un día tenemos que morir. Sí, mi amo, dijo el perro, pero solo moriremos un día y tenemos muchos para vivir ¿Por qué preocuparnos tanto de ese día? Y digo yo: solo un día para morir, pero ¿a quién no le preocupa ese día y esa hora en que tenemos que marchar de este mundo para siempre? No es el marchar, es el adónde vamos lo que más me preocupa. Yo que con 96 años ya estoy cerca de ese día fatídico me pregunto ahora ¿qué pasará en ese momento, habrá muerte o seguirá la vida en alguna otra forma? ¿Qué dice la ciencia sobre esto?

Si la pregunta se la hiciéramos a un científico honesto, como Einstein, nos respondería, como ha hecho con otros, que este tipo de preguntas no corresponden a la ciencia, sino a los filósofos, teólogos, metafísicos etc., que son los especialistas en estos temas. Si la pregunta se la hacemos a un científico ateo como los del Nuevo Ateísmo ( ver Dawkins , Harris, Hitchens etc.) nos dirán que no nos preocupemos de estas cosas porque la ciencia, tal como hoy se entiende la ciencia, dice que Dios no existe, afirmación falsa porque la ciencia no puede investigar lo espiritual y por mismo no puede afirmar ni negar nada sobre Dios que es espíritu.

Si la pregunta se la hacemos a alguien que es científico, filósofo y teólogo como es el P. Carreiras, nos diría que “la muerte es simplemente un cambio de naturaleza, no una destrucción del cuerpo. Durante nuestra vida terrenal -sigue diciendo- el espíritu que habita en nuestro cuerpo está sujeto a las limitaciones de la materia, vivimos conformes a esas limitaciones, pero al morir cambian los papeles (cambia nuestra naturaleza) y la materia pasa a adquirir las propiedades del espíritu, y empezamos a vivir como espíritus sin las limitaciones de la materia”. Para este científico el hombre es siempre un compuesto de alma y cuerpo, tanto en esta vida como en la otra, (lo mismo que le sucedió a Cristo cuando murió y resucitó). Antes de morir predomina en nosotros la naturaleza de la materia dañada por el pecado, y después de la muerte, y libres de pecado, predomina la otra naturaleza, la del espíritu.

Teniendo en cuenta esta creencia de Carreiras, si la muerte y la resurrección del cuerpo ocurren en el momento de la muerte tanto podemos decir que es el día de nuestra muerte como que es el día de nuestra resurrección, y esto lo cambia todo. Decir que es el día de nuestra resurrección sugiere vida, decir que es día de nuestra muerte sugiere destrucción, muerte, catástrofe.

A mis noventa y seis años, que por ley natural ya estoy tocando con la mano el fin de mi estancia en este mundo, se me hace mucho más confortable la espera pensando que voy a resucitar que pensando que voy a morir.

Comentario a vuela pluma

En las redes sociales una persona comentaba con tristeza la noticia de que nuestra prensa ha llegado a informar hace unos días de la existencia de un portal de películas porno, para ayudar a pasar la cuarentena del covid-19. Aquí ya no estoy tan seguro de que éstos se alegren de resucitar en vez de morir.

No es lo mismo morir habiendo Dios que morir sin que haya Dios. Si hay Dios creas en él o no, serás juzgado, y premiado o castigado según sus planes, no según tus creencias. Por esto nos interesa y mucho saber si existe Dios o no .

¿Podemos saber si existe o no? Podemos, al menos, intentar averiguarlo. Si a pesar de todo nos equivocamos nadie podrá culparnos de habernos despreocupado del tema, pero si ni eso hacemos, bien podrá Dios -si existe- castigarnos por haberlo ninguneado.

Dios, según nuestra creencia, es el más respetuoso con nuestras decisiones personales. Al que demuestra que quiere salvarse lo ayuda, y al que demuestra que no quiere salvarse no lo ayuda. Salvarse o no es cuestión de la decisión personal de cada uno.