Como es Dios


Lo primero que tiene que tener claro un creyente es cómo es el Dios en el que cree. Si creen en un Dios que les convence poco no pueden tener una fe firme. Muchos han dejado de ir a la iglesia porque tienen un concepto equivocado del Dios que anuncian Cristo y la Iglesia, y cuando los medios de comunicación, prensa, radio, TV, etc. han empezado a lanzar ataques contra Dios y la Iglesia su fe se ha tambaleado y han terminado abandonando sus prácticas religiosas y su fe. Los nuevos ateos, presumiendo de progresismo científico, dicen que no se puede creer en un Dios cuya existencia nadie puede demostrar, y que además envía gente a un infierno ardiente por una eternidad. ¿Qué clase de Dios es éste –dicen- que nos crea para hacernos padecer durante una eternidad?. ¿Y qué clase de Iglesia es esa que quema vivos a los que no piensan como ella y patrocina guerras en las que sus soldados cometen toda clase atrocidades en nombre de Cristo y de su Iglesia?. Ante informaciones de este tipo repetidas con frecuencia en los medios de comunicación -que son verdades a medias, porque no sólo males ha producido la Iglesia, le superan con creces los beneficios que ha aportado al hombre y a sociedad- muchas personas poco formadas en religión aprovechan para abandonar las iglesias en la creencia de que todo allí es farsa y mentira.

Nosotros, los creyentes, tampoco creemos en ese Dios injusto y malvado que describen los ateos. Creemos que nuestro Dios no manda a nadie al infierno, simplemente se limita a dar a cada uno lo que libremente haya elegido por acción u omisión. Si hacemos mal la elección por culpa nuestra no podremos culpar luego a Dios de que nos envíe al infierno. Él desea tanto que no vaya nadie al infierno que vino a la Tierra en la persona de su Hijo Cristo Jesús para enseñarnos el camino de la salvación; si no queremos seguirlo ¿qué más puede hacer? Martín Vigil, novelista de grandes bestsellers, dice que “Dios es el juez más duro, pues puede condenarnos eternamente, Pero también es el mas misericordioso: Basta que te arrepientas para salir absuelto”. Pero hay cristianos que ni siquiera se molestan en pedir perdón cuando ofenden. Quien no hace nada por su salvación está demostrando que no le interesa salvarse, y si él no quiere hacer nada por salvarse ¿cómo quiere que Dios lo salve en contra de su voluntad?

¿De verdad existe Dios?

Si nadie ha podido probar que Dios existe, ¿cómo podemos creer que existe? Ya hemos visto en el capitulo Qué es la verdad que hay caminos diferentes a la ciencia que pueden llevarnos al conocimiento de las cosas, y que la ciencia no es infalible, pues ha habido verdades científicas tomadas como ciertas por todos los científicos que estudios posteriores demostraron ser erróneas.

Stuart Clark, físico, periodista y uno de los divulgadores de la ciencia más conocidos en Inglaterra dice que“La ciencia no podrá ofrecer nunca respuestas a cuestiones religiosas ni podrá demostrar la existencia de Dios, de igual modo que la religión no podrá responder a las preguntas de la ciencia”.

Tenemos cientificitis crónica y nos hallamos predispuesto a admitir sin reparos todo lo que huela a ciencia, aunque se trate de pseudociencia.

Los creyentes creemos en nuestro Dios más por hechos conocidos que por las explicaciones teológicas, filosóficas o científicas. El hecho de la resurrección de Cristo, por poner un ejemplo, la ciencia no podrá explicarlo nunca, pero si hubo muchos hombres que dieron su vida por afirmar que ellos vieron a Cristo resucitado y hablaron con él después de haber muerto en la cruz y haber sido enterrado, y si hubo muchos hombres en Jerusalén, lugar donde ocurrieron los hechos, que creyeron lo que estos hombres decían, hay motivos razonables para creer que decían verdad. Así lo creemos hoy más de mil millones de personas de todas las clases, sabios e ignorantes, rico y pobres, de una raza o de otra, y así han venido creyéndolo por generaciones enteras durante más dos mil años. El fundamento de nuestra creencia no está en una leyenda, está en una Historia sellada con la sangre de muchos que han dado la vida por dar testimonio de lo que ellos han visto.

¿Y cómo es nuestro Dios?

La primera obviedad con la que nos encontramos es que si este Dios hace cosas que los hombres no podemos hacer –enviar el maná en el desierto, hacer brotar agua de las peñas, resucitar a los muertos, curar con solo su palabra, etc- es que este Dios tiene que tener más poder y más conocimientos que nosotros, y si tiene más conocimientos y mas poder que nosotros, tendremos que admitir, por pura lógica, que es un Dios al cual no podremos comprender, de la misma forma que los niños no pueden comprender lo que hacemos los mayores porque tenemos unos conocimientos que ellos no poseen. ¿Y si no podemos comprenderlo, como podremos juzgarlo?

Según los teólogos solamente podemos decir de Dios que tiene que ser distinto a todo lo que conocemos, porque todo lo que conocemos pertenece al mundo de lo creado, y Dios es anterior a todo lo creado. Si no lo conocemos, y no tenemos lenguaje para describir lo desconocido, ¿por qué se habla tanto de Él? ¿Son puras invenciones? El teólogo Julio Lois dice a este respecto: “Como teólogos debemos hablar de Dios; pero somos hombres , y como tales no podemos hablar de Él. Tenemos que saber ambas cosas, nuestro deber y nuestro no poder, y dar gloria a Dios así. Esa es nuestra tribulación: todo a su lado no es más que un juego de niños”. En el Concilio IV de Letrán (1215), la Iglesia reconoce que “del creador y de la creatura no se puede expresar ninguna semejanza que no incluya siempre una mayor desemejanza”. Y Santo Tomás de Aquino dice :”Dios estará siempre escondido para nosotros y, en esta vida, el conocimiento supremo que podemos tener de él es el saber que está por cima de todos nuestros pensamientos”

Este es nuestro Dios, el que está tan por encima de nuestros conocimientos, y que mientras estemos en la tierra no podremos comprenderlo. Pero nuestro Dios no es el escondido que no da señales de vida por ninguna parte; muy al contrario es el Dios que se ha manifestado a los hombres de diversas formas y en todas las épocas. En el Antiguo Testamento y en el Nuevo se hace presente en numerosas ocasiones cuando es invocado por sus fieles. No se le puede ver, pero sí se pueden ver sus efectos en forma de milagros, conversiones, etc. Bien a través de testimonios ajenos, o bien por experiencia propia, sabemos que cuando Dios irrumpe en la vida de una persona lo cambia todo. Parece que todo sigue igual, pero ya nada es lo mismo. Se contempla a Dios desde otra perspectiva, con otros conocimientos. Dios no se parece en nada a lo conocido en la tierra. Yo lo definiría diciendo que es Alguien distinto a todo lo conocido, del cual emana una fuerza que produce una inmensa felicidad distinta y superior a la que se experimenta con las cosas de la tierra, y a la vez inspira un respeto imponente que nada tiene que ver con el miedo, sino que procede de contemplar su grandiosidad. Así lo percibo yo hoy. Nada que ver con ese Dios terrible que envía la gente al infierno, ni con ese Dios bobalicón que pasa de todo. Es un Dios que no se ve, pero que se siente, igual que pasa con el dolor o la alegría, que no los vemos pero todos sabemos que existen.

Quien mejor puede decirnos como es Dios es Jesucristo, el resucitado de entre los muertos. ¿Cómo nos dice que es Dios?: “Sed perfectos, como perfecto es vuestro Padre que está en los cielos “(Mt 5,48). Dios es perfecto en el saber (lo sabe todo); en el poder (todo lo puede); en el amor (ama con toda intensidad); en hacer justicia, y en misericordia (castiga a quien hace el mal, premia a quien hace el bien y perdona a todo el que se arrepiente de verdad). ¿Y tu que eres muy limitado en el saber, en el poder, en el amar y en hacer justicia, te crees capacitado para juzgar lo que hace o deja de hacer Dios?. No es un Dios que condena a los que buscan su salvación, ni que salva a quien busca su condenación. Es tan justo que da a cada uno lo que él libremente elija por acción o por omisión.

Jesucristo nos da una idea de como obra el Padre respecto a nuestros comportamientos para con Él. En Lucas en 12, 47-48 nos dice: “Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes recibirá pocos; a quien se le dio mucho se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho se le pedirá más”. Este es nuestros Dios: El que exige conforme a lo que da. San Agustín decía que Dios no manda cosas imposibles, sino que al mandar lo que manda nos invita a hacer lo que podamos, y a pedir ayuda para hacer lo que no podamos hacer por nuestras propias fuerzas. Se conforma con que intentemos seriamente hacer lo que nos manda, pero castigará severamente a quien sabiendo que es lo que manda se niega a hacerlo.

¿Por qué hay tanta gente que hoy no cree en Dios?

Hoy pasa con Dios lo que le ocurrió a los judíos con el Mesías. Ellos tenían un esquema mental de cómo iba a ser el Mesías, y Cristo no encajaba en ese esquema. Por eso no lo reconocieron y lo crucificaron. También hoy hay mucha gente que tiene un esquema mental acerca de como tiene que ser Dios, y como el Dios real no se ajusta al esquema que ellos tienen, expulsan al verdadero Dios de su mente y de su corazón, y se quedan sin Dios, sin Cristo y sin Iglesia. No es Dios el que tiene que ajustarse a nuestros esquemas mentales, es nuestra mente la que abandonando los esquemas humanos tiene que trascender hacia lo divino confiando en lo revelado por el mismo Dios a través de Cristo y sus profetas.