Cristo. Dios y hombre verdadero


La Encarnación de Cristo: Su finalidad

En los evangelios se nos dan la razones por las cuales Cristo se hizo como nosotros: “El Padre envió a su Hijo para ser salvador del mundo“ (1 Jn 4, 14). “Él se manifestó para quitar los pecados” (1 Jn 3, 5). El Verbo se encarnó para que nosotros conociésemos así el amor de Dios: “En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él“ (1 Jn 4, 9)", “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna“ (Jn 3, 16).

En el Credo confesamos que "por nosotros los hombres, y por nuestra salvación, bajó del cielo, y se encarnó por obra del Espíritu Santo de María Virgen, y se hizo hombre". En la Sagrada Escritura encontramos varias veces que Jesucristo afirma que "el Hijo del hombre (que era Él) ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido (Lc 19, 10; cf. Mt 18, 11); y en el Evangelio de San Juan leemos que "Dios no ha enviado a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por El" (Jn 3, 17). San Pablo escribió a Timoteo que "Jesucristo vino al mundo a salvar a los pecadores"(1Tm 1, 15).

Otros textos enseñan que la finalidad de la Encarnación es la de devolver a los hombres la filiación divina perdida por el pecado original: "El Verbo se encarnó para hacernos "partícipes de la naturaleza divina"(2 Pe 1,4). El Catecismo de la Iglesia Católica en los nn. 458-459 menciona también como fines de la Encarnación para que pudiésemos conocer el amor de Dios., (citando Jn 3,16 Y 1 Jn 4,9) y para hacerse él -el Verbo- nuestro modelo de santidad. En ese sentido, afirma Jesús "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14,6).

Cristo vino para abrirnos las puertas del cielo que estaban cerradas para nosotros, primero por el pecado original, y después por nuestros propios pecados. El pecado cierra al hombre las puertas del cielo y el disfrute de la gloria de Dios. Cristo, por ser el Hijo de Dios podía perdonar los pecados hechos a Dios. A través de Él nos llega el perdón de Dios de nuestros pecados.

Naturaleza de Cristo: Dios y hombre verdadero desde la Encarnación

Cristo no empieza a vivir cuando fue engendrado en el seno de la Virgen. Cuando decimos en el credo "creo en Jesucristo nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo", nos estamos refiriendo al Cristo hombre que vivió en la tierra, que fue concebido en el seno de María, que vivió con ella y su esposo José, que predicó por tierras de Palestina, que fue condenado a morir en la cruz por Poncio Pilato y que resucitó al tercer día. Pero este Cristo ya existía desde el principio de los tiempos, era Dios, y en el momento de la encarnación se vació de Dios y adquirió la naturaleza humana, y así vivió en la tierra como un verdadero hombre sin dejar de ser Dios. ¿Cómo puede ser esto? Esto es un misterio, y como tal es un hecho que transciende a nuestros conocimientos. ¿Por qué creemos esto? Porque así lo afirmó Cristo con sus palabras y lo demostró con sus hechos. Existen numerosas citas en los evangelios en las que Cristo afirma ser Dios junto con el Padre, y existen muchos hechos en los que demuestra ser más que un simple hombre, porque hacia cosas que no podemos hacer los hombres.

Los cristianos confesamos que Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Este es el Cristo que enseña la Iglesia, porque es el que se deduce de los textos Evangélicos. Él dijo: "Quien me ha visto a mí ha visto al Padre" (Jn. 14,9)

El Papa Francisco decía en una catequesis que éste es un misterio trascendental en nuestra fe y debe ser la clave de nuestras catequesis cristológicas: "Esta mañana nos proponemos buscar el testimonio de esta verdad en la Sagrada Escritura, especialmente en los Evangelios y en la tradición cristiana. Aclarar la divinidad y la humanidad de Cristo es hoy indispensable, dada la tendencia tan difundida a ver y a presentar a Jesús sólo como hombre: un hombre insólito y extraordinario, pero siempre y sólo un hombre. Esta tendencia característica de los tiempos modernos es en cierto modo antitética a la que se manifestó bajo formas diversas en los primeros siglos del cristianismo, y que tomó el nombre de 'docetismo'. Según los 'docetas', Jesucristo era un hombre 'aparente', es decir, tenía a apariencia de un hombre, pero en realidad era solamente Dios. Frente a estas dos tendencias opuestas, la Iglesia profesa y proclama firmemente la verdad sobre Cristo como Dios y hombre, verdadero Dios y verdadero hombre; una sola Persona en la que subsisten dos naturalezas, la divina y la humana, como enseña el catecismo. Es un profundo misterio de nuestra fe, pero encierra en sí muchas luces." (Hasta aquí lo que decía el Papa)

Cristo, Dios y hombre, es un misterio y como tal no lo podemos explicar, pero sí podemos dar las razones por las cuales creemos que es así. Recordemos como anunció el ángel el misterio de la encarnación a María: ”vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Será grande y será llamado Hijo del Altísimo”. La Virgen pregunta ¿Cómo será esto puesto que no conozco varón? El ángel le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre tí y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1-29,35).

Cristo es así hijo de mujer, y como tal una persona humana como todo hijo de mujer, pero al mismo tiempo es también obra del Altísimo quien intervino con su sombra en su concepción. Tenemos así que Jesucristo es desde su concepción Dios y hombre.

Como hombre judío fue circuncidado en el templo, y como cualquier otro niño fue cuidado y educado por sus padres José (padre putativo) y María. De adulto aprendió el oficio de carpintero y trabajó como cualquier otro hombre hasta que se fue de casa de sus padres y empezó la predicación. Experimentó el hambre, el cansancio y la sed como cual persona. En Mateo 2 leemos: 'Y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, al fin tuvo hambre". Y en otro lugar: 'Jesús, fatigado del camino, se sentó sin más junto a la fuente... Llega una mujer de Samaría a sacar agua y Jesús le dice: “dame de beber”(Jn 4, 6). Y en la pasión sufrió y murió como cualquier hombre sometido al horrendo suplicio de ser crucificado. No hay duda de que Jesús fue hombre y vivió y murió como todos los hombres.

Pero Jesús es también verdadero Dios junto al Padre y al Espíritu Santo. Él afirmaba siempre ser igual al Padre, y no solamente lo afirmaba, demostraba con sus hechos que podía hacer cosas que solo son atribuibles a Dios. Esto lo vieron muchos habitantes de los lugares donde hacia sus predicaciones. Jesús perdonaba los pecados y en la religión judía el perdón de los pecados estaba reservado a Dios. Jesús no podía ignorar este hecho y por esto lo perseguían las autoridades religiosas judías. Cuando le dijo al paralítico “tus pecados te son perdonados” los fariseos lo acusaron de blasfemar contra su Dios, y Jesús les contestó: "¿Qué es más fácil decir tus pecados te personados o decir levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar los pecados dijo al paralítico: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Esto de perdonar los pecados y hacer milagros de este tipo solo es atributo de Dios.

Pero lo que más acredita a Cristo como verdadero Dios es su resurrección. No se sabe de ningún otro hombre que haya muerto y haya vuelto a la vida con una naturaleza completamente distinta a la que tenemos los hombres y a la que él tenía cuando estaba en la tierra. Las mujeres que fueron al sepulcro lo vieron y al principio no lo conocieron. Igual les ocurrió a los discípulos de Emaús. A los apóstoles se les apareció algunas veces teniendo las puertas candadas. Podía aparecer sin que supieran cómo, y desaparecía de la misma forma. Y era el mismo que había convivido con ellos y que habían crucificado los judíos, porque hacía los mismos gestos y llevaba marcadas las llagas de la crucifixión en sus manos, en sus pies y en su costado. Por este mundo han pasado miles de millones de personas, pero no se sabe de ningún otro que haya podido hacer algo semejante.

¿Cómo puede ser que alguien sea Dios y hombre al mismo tiempo? ¿Cómo puede ser que un hombre tenga los conocimientos de Dios y a la vez los ignore como los ignoramos todos los humanos? Esto desde el punto de vista de nuestra razón es algo imposible. Esto ha dado lugar a muchas discusiones en los primeros siglos del cristianismo sobre quién es Cristo.

El Arrianismo

Arrio (250 a 335 d.c.) afirmaba que Jesucristo fue creado por Dios Padre y estaba subordinado a él. La cristología arriana dice que el Hijo de Dios no existió siempre, sino que fue creado por Dios Padre antes que el mundo, y que este ser, Hijo del Padre, estaba subordinado a Él. Arrio y sus seguidores apelaban al versículo 14:28 del Evangelio de Juan, donde Jesús dice: "Oyeron que les dije que me voy y volveré a visitarlos. Si me amaran, se alegrarían de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. También apelaban al versículo 8:22 del libro bíblico Proverbios, que dice: "El Señor me creó al comienzo de su obra."La controversia acerca del arrianismo de finales del siglo III continuó a lo largo de buena parte del siglo IV.

Condenación del arrianismo en el Primer concilio de Nicea.

A este concilio asistieron partidarios de Arrio para defender su doctrina. Entre estos estaba Eusebio de Cesarea, Eusebio de Nicomedia y algunos otros. En total fueron unos trescientos los obispos que participaron. Los partidarios de Arrio, que contaban también con las simpatías del emperador Constantino, pensaban que en cuanto expusieran sus puntos de vista la asamblea les daría la razón. Sin embargo, cuando Eusebio de Nicomedia tomó la palabra para decir que Jesucristo no era más que una criatura, aunque muy excelsa y eminente, y que no era de naturaleza divina, la inmensa mayoría de los asistentes notaron en seguida que esa doctrina traicionaba la fe recibida de los Apóstoles. Para evitar tan graves confusiones los Padres Conciliares decidieron redactar, sobre la base del credo bautismal de la iglesia de Cesarea, un símbolo de fe que reflejara de modo sintético y claro la confesión genuina de la fe recibida y admitida por los cristianos desde los orígenes. En este credo se dice que Jesucristo es «de la substancia del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no hecho, homoousios tou Patrou (consustancial al Padre)». Todos los Padres Conciliares, excepto dos obispos, ratificaron este Credo conocido como Símbolo Niceno, el 19 de junio del año 325.

Docetismo

El docetismo, ya lo hemos dicho, niega que Cristo fuera hombre. El Cristo de la tierra dicen que nunca fue hombre, que parecía hombre, pero solo era Dios.

El Evangelio de San Juan contradice claramente esta hipótesis."Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros" (Jn 1,14). De igual manera en sus cartas denuncia y censura con claridad estos errores: "Podréis conocer en esto el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios" (1jn 4,2).

Nestorio

Más tarde surgió otra discusión sobre la naturaleza divina y humana de Cristo. Nestorio, (386-. 451 d.c.), líder cristiano sirio, patriarca de Constantinopla, fue acusado de profesar la doctrina que lleva su nombre (nestorianismo), consistente en una separación total entre la divinidad y la humanidad de Cristo. Tal doctrina fue declarada herética por el Concilio de Éfeso, que depuso a Nestorio del patriarcado en 431. Murió en los desiertos de Libia entre 440 y 451.

El nestorianismo enseñaba la existencia de dos personas separadas en Cristo encarnado: una divina (el Hijo de Dios); otra humana (el hijo de María), unidas con una voluntad común. En síntesis, los errores del nestorianismo son:

El hijo de la Virgen María es distinto del Hijo de Dios. Así como de manera análoga hay dos naturalezas en Cristo, es necesario admitir también que existen en Él dos sujetos o personas distintas. Estas dos personas se hallan ligadas entre sí por una simple unidad accidental o moral.

El hombre Cristo no es Dios, sino portador de Dios. Por la encarnación el Logos-Dios no se ha hecho hombre en sentido propio, sino que ha pasado a habitar en el hombre Jesucristo, de manera parecida a como Dios habita en los justos.

Los nestorianos, al ser expulsados de imperio romano, difundieron su doctrina por Asia, llegando a crear una importante iglesia que se extendió desde la India hasta Siberia. Actualmente quedan congregaciones de esta iglesia en Irak (Iglesia asiria del Oriente), Irán, India, China, Estados Unidos y otros lugares donde han migrado comunidades de los países citados.