Las imágenes de Dios


Al hablar de las imágenes de Dios no nos referimos a las imágenes en pinturas o cosas semejantes, sino a la imagen que tenemos de Dios en nuestra mente. Los hombres nos comunicamos a través de las palabras y de las imágenes que asociamos a esas palabras. Así cuando digo perro o mesa todos tenemos en nuestra mente la imagen del perro y de la mesa, y gracias a eso podemos saber de qué hablamos y podemos entendernos; si faltara la imagen no sabríamos de qué estábamos hablando y no podríamos entendernos. Supongamos que yo digo: es muy grande y corre mucho ¿Qué o quién es muy grande y corre mucho? ¿un niño que está muy desarrollado, un perro, o un jabalí? no lo sabemos porque nos falta la imagen que es la que da sentido a lo que decimos. Imaginemos ahora que yo tengo en mi mente la imagen del perro y tú la de un tigre y yo te digo: es blanco y ladra mucho; tu pensarías que estoy mal de la cabeza porque no hay tigres blancos, y menos que ladren. No nos estamos entendiendo porque tenemos imágenes distintas en nuestras mentes.

Pues esto nos ocurre con mucha frecuencia cuando hablamos de Dios. Nosotros tenemos una imagen de Dios y nuestro interlocutor tiene otra muy diferente y perdemos el tiempo hablándole de Dios o discutiendo sobre él sin entendernos porque creemos que hablamos del mismo Dios y la realidad es que hablamos de dioses diferentes. Este pequeño detalle puede hacer, y hace, que muchas de nuestras charlas o de nuestras discusiones sobre Dios resulten estériles. Esto puede ocurrir, y generalmente ocurre, entre abuelos y nietos porque los nietos de hoy tienen una imagen de Dios muy diferente a la que tienen sus abuelos formados en el Nacional cristianismo de Franco, y esto hace que nuestra imagen de Dios ni la entiendan ni se preocupen por ella, sobre todo si tienen estudios medios o superiores. Si queremos en tendernos con ellos tenemos que dialogar en su lenguaje, en el lenguaje del laicismo que es el que se vive hoy y el único que ellos conocen. Todo hace pensar que ellos tendrán que vivir en una sociedad laica y parece que lo nuestro debería ser darle una formación para que puedan vivir el cristianismo dentro del laicismo.

Objeciones que ponen los ateos para no creer en nuestro Dios.

Las objeciones son las razones que exponen los ateos para no creer en nuestro Dios, o dicho de otra forma son los motivos o razones por las cuales ellos no creen en Dios. Sus razones para no creer serán las que tenemos que confrontar con nuestras razones para creer. Así se extendió el cristianismo, confrontando lo que creían los cristianos con lo que creían los paganos.

Los credos y los padrenuestros en la Iglesia son necesarios porque son los que mantienen nuestra fe y nuestra comunicación con Dios, y Dios así lo establecido. Pero para transmitir la fe se requiere algo más que rezos personales. La fe se transmite por la palabra. Así la enseñó Cristo, así la transmitieron los apóstoles y así ha llegado hasta nosotros. Dicen que a Dios rogando y con el mazo dando. No basta con rezar, también hay que dar con el mazo, con la palabra y el ejemplo de vida.

Primera objeción: No creo en Dios porque no lo veo por ninguna parte.

Rezo y Dios y no me escucha; tenía a mi marido que era drogadicto, recé mucho pero mi marido murió en la cárcel por sobredosis de droga. Tú me dices que crees en Dios porque estás seguro de su existencia, pero si no tienes pruebas de eso ¿cómo quieres que te crea? Y si me dices que tienes pruebas personales de que Dios existe ¿porque a ti te da esas pruebas y a mí no? Si Dios se manifiesta a unos y a otros no, seguro que tiene alguna razón para hacer eso.

La respuesta en este caso podemos encontrarla en el evangelio de San juan 14, 21-26 donde Cristo, a petición de Tadeo, explica a los apóstoles por qué se manifiesta a unos y no a otros.

En el Evangelio citado vemos a Jesús dialogando con los discípulos, hablando del misterio de su manifestación, de su manera de comunicarse con los hombres y darse a conocer. Manifestarse es revelarse para aclarar cosas ocultas o de difícil compresión. Cristo está diciendo a los apóstoles que se va a manifestar a ellos y no al mundo, y Tadeo pregunta: “Señor ¿qué pasa que vas a manifestarte a nosotros y no al mundo? Cristo responde “El que me ama será amado de mi Padre y Yo también lo amaré y me “manifestaré”. La respuesta viene a decir a Tadeo que él se manifiesta a los que lo buscan y a los que lo aman, pero no a los que lo rechazan o se desentienden de él. Cristo es así de elegante.

A los que no quieren cuentas con él, él no los molesta, respeta sus decisiones. En eso consiste habernos creado en libertad, cosa que Dios respeta en todo momento, y porque somos libres para obrar Dios puede castigarnos cuando hacemos mal y premiarnos cuando hacemos el bien.

Esos que dicen que no ven a Dios por ninguna parte no pueden quejarse de no verlo. Si ellos no buscan a Dios ¿de qué se quejan cuando no lo encuentran?

Segunda objeción: Los curas me han quitado la fe

Probablemente quienes dicen esto es que no conocen al Dios que tenemos los cristianos, no saben qué es la fe y desconocen la misión de los curas. Para hacernos una idea de esto podemos pensar en Jesucristo y sus apóstoles. Cristo era el que hacia los milagros y el que enseñaba a las gentes y los apóstoles se limitaban a cumplir lo que enseñaba el Maestro. Cristo era el que tenía el mando, el poder y el saber, No era igual a los apóstoles era, muy distinto. Los apóstoles como personas libres podían seguirle o no, y podían traicionarlo o no. Uno no lo traicionó y once le siguieron. No eran todos iguales. Lo mismo pasa con los curas de hoy. Hay más de cuatrocientos mil. ¿Podemos decir que todos iguales porque salgan unos cuantos traidores? y aun así a Cristo le salió rana uno de sus amigos. ¿Qué hubiera pasado si la gente hubiera dicho “todos iguales”? Habrían mentido, y además nos hubiéramos quedado sin cristianismo. Esto ocurre con los curas en la Iglesia. Hay más de cuatrocientos mil en todo el mundo. ¿Puede extrañar que en un grupo tan numeroso salgan malos unos cuantos? Dios es una cosa y los curas son otra muy distinta.

Los curas no pueden darnos ni quitarnos la fe, eso es cosa de Cristo que como hemos visto se manifiesta a quien quiere o a quien se lo pido o a quien el cree que se lo merece. Decir que todos los curas son iguales es una gran majadería que nadie se la puede creer. La fe la da Dios a todos y cada uno la aceptamos o la rechazamos según nuestras conveniencias. Por otra parte, la fe hay que ponerla en Dios y en Cristo, no en lo que hace los hombres. Ya lo advirtió el salmista “No pongáis vuestra esperanza en los príncipes, en un hijo de hombre que no puede salvar, que exhala el espíritu, vuelve al polvo, y en ese mismo día fenecen sus pensamientos” (Sal 145,3–4).

Hay muchos que necesitan culpar a los demás de su situación. El doctor Vallejo-Nágera, un señor y un gran creyente, afirmaba en su libro “La puerta de la esperanza” que hay que tener valor para asumir lo que pasa en la vida de cada uno sin necesidad de culpar a los demás.

Tercera objeción: Las religiones (las iglesias) han hecho mucho daño a la sociedad.

¿Qué entendemos por Iglesia? Juan Pablo II, en la carta a los obispos de Brasil, 1986 dice: “Así, cuando decimos que la Iglesia es un "misterio", lo que queremos decir es que es una realidad ''divina, trascendente y salvífica y, al mismo tiempo, es revelada y manifestada de algún modo visible". Por eso la Iglesia no puede ser definida ni interpretada a partir de categorías puramente racionales, sociopolíticas u otras

La Iglesia no es autora de la salvación; El pertenecer a una Iglesia no es garantía de salvación; ésta viene de la Trinidad por medio del Hijo, pero ella es el signo visible a través del cual esa gracia llega a todos los hombres, incluidos los que no la conocen o no pertenecen a ella.

La Iglesia, ¿ha sido buena o mala para la sociedad?

Sus enemigos la acusan de que ha sido perjudicial porque dicen que ha promovido guerras y divisiones en la sociedad. Esto es cierto en algunas épocas, pero la eficacia de una institución con más 2.000 años no se mide por la historia de una época ni de hechos puntuales, sino por su trayectoria a través de toda su historia, y si hacemos esto el balance es muy positivo a favor de la Iglesia. Precisamente la cultura Occidental es de las más adelantadas, y esto se lo debe a la influencia de la religión.

Decía el Premio Nobel de Física Steven Weinberg que “Con o sin religión, la gente buena hará el bien y la gente mala hará el mal"; Tiene razón este sabio, pero la gente mala si sabe que hacer mal tiene castigo procurará evitarlo, y la gente buena si sabe que hacer el bien tiene premio se sentráa más propio a realizar esto.