Enfermedad de la alimentación


En la enfermedad de Alzheimer y en las demencias en general, suelen aparecer alteraciones en la alimentación; puede ocurrir que la persona con demencia muestre un interés desmesurado por la comida o una total indiferencia por la misma.

Es importante estar alerta sobre estas alteraciones ya que una malnutrición o una dieta no equilibrada pueden provocar trastornos no sólo físicos sino también cognitivos y conductuales, que pueden provocar una peor evolución de la enfermedad. La pérdida o aumento de peso producen un empeoramiento funcional, además de aumentar el riesgo de caídas, úlceras por presión o decúbito, aparición de infecciones, dificultad en la movilidad e hipertensión y obesidad en el caso de aumento de peso.

Es importante diferenciar los aspectos estrictamente relacionados con la alimentación de los problemas relacionados con el acto de comer.

Las alteraciones en la alimentación pueden deberse a problemas dentales (falta de piezas que impiden una correcta masticación, sensibilidad del diente, dentadura postiza no bien ajustada, etc.), problemas en la boca (pequeñas úlceras, etc.), deterioro o pérdida del sentido del gusto o del olfato, y también pueden influir estados como la apatía y la tristeza que hacen que la persona pierda apetito o no quiera comer, o estado de ansiedad que pueden provocar el que la persona coma compulsivamente.

En algunos casos se niegan a comer algún tipo de alimento. En general, los enfermos están más dispuestos a comer los alimentos que les resultan más familiares. Si nunca han comido un tipo determinado de alimento, será difícil que lo hagan una vez enfermos. Tenderán, en general a rechazar todos los alimentos desconocidos para ellos.

Debido a los trastornos de memoria, los problemas de identificación de los objetos y la pérdida de las normas sociales, se pueden producir numerosas situaciones anómalas en el momento de las comidas. Estas conductas anómalas varían a lo largo de la enfermedad en función de las capacidades residuales de los enfermos. Al principio pueden aparecer fenómenos relacionados con el defecto de memoria, mientras que el propio acto de comer es normal. La falta de memoria y de la conciencia del paso del día conduce a que una pequeña sensación de apetito se interpretada como si no se hubiera comido. Si, además, el apetito ha aumentado, es fácil que el enfermo quiera comer varias veces.

Hay enfermos que comen a escondidas; hay enfermos que son glotones, comen con desesperación y quitan la comida del plato de los demás. En las fases más avanzadas de la enfermedad, no encuentran los cubiertos o, si los cogen, son incapaces de usarlos. También pueden tirar la comida a la basura o por la ventana, o no darse cuenta de que un alimento está en mal estado.