CAPITULO II

           ARGUMENTOS A FAVOR DE LA EXISTENCIA DE DIOS                              

  1. Conversación entre un cura y un ateo:

            La conversación que sigue  está tomada de una de internet. La recogemos aquí por  creerla representativa de otras muchas que circulan en los medios de comunicación.        

Ateo: Aún no puedo creer que existan personas tan estúpidas como Uds. como para no darse cuenta de que toda su vida se basa en la creencia en algo que claramente no existe, y me parece realmente patético. Realmente me molesta que las personas sean tan poco conscientes que no se den cuenta de que todo lo que nos sucede es exclusivamente nuestra responsabilidad, no de un pseudo ser superior que lo tiene todo planeado, y si realmente hubiese un ser así ¿realmente le importaría nuestra existencia? 
Piénselo. Personas como Ud. no son nada más que mentes confundidas, dígale adiós a su mundo de fantasía y viva la realidad.
Respuesta: Querido amigo: usted acaba de llamar "estúpidos" a infinidad de genios de todos los siglos, entre ellos a San Alberto Magno (doctor universal de ciencias naturales), Galileo Galilei (quien murió de avanzada edad siendo un fiel católico), Albert Einstein (judío no practicante que creía en un Dios), Dr. Jerome Lejeune (experto de fama internacional en el campo de la genética), Prof. Louis Pasteur (devoto católico, sus descubrimientos en microbiología han salvado a millones de personas), Miguel Cervantes (literatura)... la lista es interminable. Sepa que el creer o no en Dios no depende de la inteligencia, sino de la gracia de Dios, y esa gracia es algo que Dios da a quien tiene la humildad de pedírsela.
Y a eso añadiría yo:  querido ateo, dices que creer en Dios es creer en una fantasía, y que no creer en él es creer en una realidad. ¿Acaso puedes probar lo que dices? Si pudieras hacerlo te lo agradeceríamos, porque  hasta ahora no conocemos  a nadie que lo haya hecho, y te aseguro que los creyentes también vemos, oímos y pensamos, al menos, tanto como los que no creéis. 

  1. Argumentos a favor de la existencia de Dios 

        Los argumentos que siguen, tanto los que ahora señalo a favor de su existencia, como los que señalaré en el capítulo siguiente en contra de ella, no son más que eso, argumentos más o menos razonados por los que unos se inclinan a creer que Dios existe y otros a creer que no existe. El lector es libre de tomar su  propia opción, pero no debe olvidar que la existencia o no de Dios no depende de lo que él crea, sino de lo que realmente es, y si existe, crea o no en él  tendrá que darle  cuenta de las consecuencias que se deriven de esa opción tomada en libertad.

    1. Argumento de San Anselmo

 Fue formulado por San Anselmo, Obispo de Canterbury, (1033-1109). Mel Thompson dice sobre este argumento:

San Anselmo habla de esto en los primeros capítulos de su Proslogion. No intenta convencer de la existencia de Dios, ya que esto nunca lo pone en duda. Es  su creencia en Dios lo que le lleva a comprender de una manera particular la existencia de Dios. Y esto lo conduce a la conclusión de que Dios tiene que existir. El argumento se   basa en la afirmación de que Dios es  “aquello de lo que no se puede pensar nada mayor

 San Anselmo cree así que Dios es lo más en todo: en conocimientos, en poder, en perfección, en todo. Si es lo más en todo no puede existir sólo en el pensamiento, tiene que ser real, porque aquello que existe en la realidad tiene más valor que aquello que sólo existe en el pensamiento. Thompson trata de aclarar  esto con  este prosaico ejemplo: una moneda real tiene más valor real que un fajo de billetes en el pensamiento. Si Dios es lo más en todo, tiene que existir en la realidad, no sólo en el pensamiento. Para San Anselmo Dios no es  un objeto, y por tanto, si existe,  no puede existir  a la manera que lo hacen las demás cosas, y si su existencia no es como la existencia de lo creado tampoco podemos detectarlo como detectamos estas cosas.
San Buenaventura, Descartes , Leibniz y Hegel  son algunos de los seguidores del planteamiento de San Anselmo. Por el contrario Kant en Crítica a la razón pura  lo critica  fuertemente como argumento probatorio de la existencia de Dios, porque dice que no trata de demostrar su existencia, sino de decirnos cómo es. Pero saber cómo es nos ayuda a saber cómo tenemos que buscarlo.

2.2   Argumento de Kalam

 Los hombres del Kalam son los filósofos musulmanes al-Kindi y al-Ghazali  y presentan así este argumento:
Todo lo que empieza a existir es porque algo que ya existe causa su existencia. El Universo empezó en algún momento, luego algo que ya existía es la causa de que exista el Universo. La causa que causó el Universo la llamamos Dios.
Este argumento parte de que hay una secuencia de acontecimientos, uno de los cuales es causado por otro precedente. Así, partiendo de un acontecimiento actual, y retrocediendo hacia atrás en el tiempo llegaremos al acontecimiento origen que dio lugar a todo lo que hoy existe, o lo que pueda existir en el futuro, y a este acontecimiento origen de todos los demás lo llamamos Dios..  
Su razonamiento es el siguiente: Un número infinito  real no puede existir, por tanto la serie de causas que han producido el mundo tal y como es en la actualidad, no puede ser infinita. Esto nos lleva a pensar que el mundo tuvo que tener un comienzo en algún momento del pasado. El Universo, en un momento dado pudo empezar a existir o no empezar, pero existe, luego algo causó su existencia. Según Al-Ghazali cuando dos estados son igualmente posibles, si se produce uno de ellos es porque un agente externo ayudó a que se produjera así. A ese agente externo al universo que hizo que este existiera  lo llamamos Dios.

2.3  Los cinco caminos o vías de Santo Tomás de Aquino

Santo Tomás de Aquino presentó estos cinco caminos o vías que nos pueden llevar a creer que Dios existe:
Primera vía. El del inmovilizador inmóvil. Dice así: Todo lo que se mueve es movido por algo; ese algo, a su vez, es movido por otra cosa, pero esta cadena no puede ser infinita, o de lo contrario el movimiento no habría comenzado nunca, porque si es infinita nunca llegaríamos al origen del primer movimiento. Por tanto tiene que existir algo inmóvil que haya causado el primer movimiento origen de todos los demás. A este “inmóvil”, principio de todo movimiento, la llamamos Dios. Cuando Santo Tomás habla del movimiento no se refiere sólo al desplazamiento físico sino también a todo cambio que pueda originarse en el Universo. Así podemos decir que para que el evolucionismo exista, antes tiene que existir el objeto que hace posible la evolución.
Segunda vía. El de la  causa sin causa Se fundamenta en que no existe una  causa sin que haya  otra que la produzca, pero en algún momento tiene que haber habido una causa sin que la haya producido una anterior, porque de lo contrario no existiría nada. Todas las causas, (todo lo que hace que ocurra algo)  necesitan una causa anterior que explique cómo se produjo el hecho causado, pero tuvo que haber una primera que se produjera sin que otra la causara. Es absurdo pensar que todo haya surgido de la nada,  porque de nada no puede salir algo. El establecer la hipótesis de que todo está causado, pero que no existe un ser incausado también es un absurdo. Esto hace necesario que tenga que haber un ser incausado origen de todas las cosas.
Podría pensarse en la existencia de una serie indefinida de causas y efectos que se sostienen a sí mismas dependiendo unas de otras, como ocurre en un sistema circular que se retroalimenta a sí mismo, pero para que este sistema exista, primero deben haber venido a la existencia los componentes del sistema. Y ¿cuál es la causa que lo ha hecho aparecer? Con la hipótesis de que lo que existe es debido a un sistema que se retroalimenta a sí mismo no se soluciona el problema,  sino que lo desplazamos a lo existente anterior a la aparición del sistema.
Tercera vía.  Es la de lo posible y lo necesario, y su desarrollo viene a ser este: Si el Universo no es eterno, tuvo que haber un momento en que las cosas no existían, y luego empezaron a existir, pero todo lo que empieza a existir es porque algo que ya existía ha propiciado su existencia, luego tiene que haber habido un ser necesario  no creado para que lo creado empezara  a existir. A ese ser necesario lo llamamos Dios.
Cuarta vía. Los  diferentes grados de cualidad. El planteamiento tiene cierto parecido con el de San Anselmo. Santo Tomás lo expone así: Vemos en los seres que unos son más o menos buenos, o más o menos verdaderos y nobles que otros; y lo mismo ocurre con las diversas cualidades. Así, por ejemplo, nadie duda que el hombre es más perfecto que el animal; el animal, más perfecto que el vegetal; y éste más perfecto que el mineral. Lo propio se ha de decir de la bondad, de la verdad, de la nobleza y de otras perfecciones semejantes, las cuales están realizadas en todos los seres según una diversidad de grados, en virtud de la cual unos seres son más perfectos que otros. Pero la diversidad de grados que se da en esas perfecciones, es decir, las cosas más o menos buenas, más o menos verdaderas, más o menos bellas, etc., suponen la existencia de lo máximo, de lo mejor de todo, de lo más bello, del conocimiento de toda la verdad y no sólo de partes de ella, etc; ese ser que hace que los demás seres tengan las cualidades buenas en distintos grados tiene que tenerlas él en grado máximo, y a ese ser lo llamamos Dios.
Quinta vía. Es la de la creación. Vemos que cosas que carecen de conocimiento obran encaminadas a un fin, como se comprueba observando que casi siempre obran de la misma manera para conseguir lo que más les conviene, es decir, su plena evolución y desarrollo, o la conservación de su especie, o el orden dinámico del cosmos, etc., lo que quiere decir que no van a su fin obrando al azar, sin rumbo ni orientación, sino intencionadamente. Ahora bien: los seres que carecen de conocimiento no pueden tender a sus respectivos fines si no los dirige un ser inteligente que conozca dicho fin. Esta inteligencia ordenadora no puede estar ordenada por el azar, porque el azar es lo opuesto al orden, sino que es preciso llegar a un ser inteligente supremo que ordene todas las inteligencias parciales que se observan en el orden individual y en el conjunto de las cosas. Esto nos lleva a pensar que tiene que existir un ser inteligente supremo que dirija todas las cosas a sus respectivos fines.
Refutación de estos argumentos. Hume es uno de los que más objeciones han puesto a estos argumentos. Dice que la fuente del conocimiento es la percepción de las cosas a través de los sentidos, y que si estos argumentos llegan a la conclusión de que Dios está fuera de lo que podemos percibir por este medio, entonces nunca se podrá demostrar que Dios existe. Creo que tiene razón Hume cuando dice que el hombre nunca podrá demostrar científicamente que Dios existe, pero esto no prueba que Dios no exista, ni se opone a que pueda haber argumentos lógicos que avalen la hipótesis de su existencia. Sabemos que en el mundo hay cosas  que hasta ahora nadie puede probar que existen a pesar de que  están existiendo realmente, como hubo un tiempo en que nadie pudo probar la existencia de Júpiter y dicho planeta existía y estaba dando vueltas alrededor del sol igual que lo hace ahora que está probada su existencia. El existir es independencia del que pueda probarse su existencia. Aunque todos los argumentos juntos no pudieran probar la existencia de Dios, no podría deducirse científicamente  de esto que Dios no existe.

2.4     Argumento de la moral
           
El argumento moral parte de la idea de que todos los hombres tenemos un sentido que nos dice que está bien hacer ciertas cosas, mientras que está mal hacer otras.  Partiendo de que somos libres para actuar, a veces  elegimos hacer el bien, aunque nos cueste sacrificio hacerlo, porque algo que llevamos dentro nos impulsa a ello,  y observamos que esta manera de obrar nos proporciona satisfacción interior. En sentido contrario, cuando hacemos algo que pensamos que es malo, nuestra conciencia hace que nos sintamos incómodos. Esto nos lleva a pensar que Alguien recompensa la virtud con la felicidad, y castiga el mal con el remordimiento, y a este “Alguien” lo llamamos Dios. Para  Kant  esto no prueba la existencia de Dios, pero piensa que el  sentido de la ética indica que el mundo tiene un orden moral, y si hay un orden moral en el mundo esto nos lleva  a  creer que hay un Dios que ha puesto ese orden. La objeción que hoy se pone a esto es que muchos piensan que el deseo de hacer el bien y evitar el mal no es algo que  esté impreso en nuestras conciencias, sino que es un constructo humano, un producto de la necesidad del individuo y de la sociedad para protegerse y para regular su convivencia. Por eso, dicen, hay una moral diferente en cada cultura. Pero se observa que en todas hay determinados comportamientos comunes que se consideran buenos, como ayudarse mutuamente, compartir bienes, respetarse mutuamente etc. y otros que se consideran  malos, como matar, hacer daño a otros, etc. ¿Esto es un constructo humano procedente de nuestra formación,  o es algo impreso en la conciencia de los hombres? Parece cierto que en la conciencia de todo hombre hay algo que nos dice que hay cosas buenas y cosas malas, y a todos nos produce satisfacción hacer lo que consideramos bueno, y nos produce remordimiento interior hacer algo que consideramos malo. No coincidiremos siempre en qué es lo bueno y qué lo malo; parte de esto sí puede ser producto de la cultura, pero si todos coincidimos en querer hacer lo bueno y rechazar lo malo  ¿quién ha puesto en todos los hombres este deseo? ¿quién ha puesto en el hombre  ese remordimiento cuando tiene conciencia de hacer lo que considera malo?

 2.5  Argumento de la Justicia.            

Es un hecho observable que en todos los hombres late el sentimiento de justicia. Todos pedimos a gritos justicia cuando creemos que se cometen injusticias con nosotros. Aún entre los malvados y  los ladrones existe  un modo de hacer justicia entre ellos. Es que ésta, aunque se ejerza de modo imperfecto,  es necesaria para la convivencia de los hombres, y todos la consideramos como un valor a respetar y un derecho a exigir. ¿Pero cómo podría haber una justicia verdadera  si no hubiera alguien con conocimiento pleno de todas las circunstancias  para poder emitir juicio verdadero con total garantía de acierto, y con poder suficiente para aplicarla?  Este deseo de que de que toda injusticia quede al final reparada, sólo puede cumplirse si existe Dios, y si existe otra vida donde se repare el mal, porque en ésta es patente que no se repara. Este argumento, como los anteriores, no demuestra la evidencia de la existencia de Dios, pero sirve para reforzar la idea de que es necesaria  su existencia para satisfacer este sentimiento de justicia que es universal en todos los hombres.

2.6   Argumento de la apuesta más lógica

        Este argumento no trata de probar nada respecto a la existencia de Dios, pero  puede ayudarnos a reflexionar antes de tomar una decisión sobre este punto. Tenemos que apostar porque Dios existe o porque no existe, ya que no apostar, como hacen los agnósticos, equivale  vivir como si Dios no existiera, y eso ya es una apuesta. Y puesto que tenemos que apostar, digo yo, que lo prudente será apostar por lo más lógico. ¿Y cual es la apuesta más lógica en este caso?  Esto se parece mucho a las decisiones que tienen que tomar algunas veces los altos ejecutivos.  Son decisiones en las que se puede ganar mucho o perder mucho, y no se pueden fundamentar en argumentos que nos den la seguridad de que siguiendo un modelo determinado tenemos asegurado el acertar. En estas decisiones siempre hay un grado de incertidumbre respecto a que la decisión tomada salga como esperamos. Hay que tomarlas basándonos en la creencia,  o en la intuición, de que saldrá bien, y hay que asumir el riesgo de que pueda salir mal. También en la decisión sobre la existencia de Dios hay riesgo de que pueda salir mal, y de que podamos perder mucho.
¿Qué hace un buen ejecutivo cuando tiene que tomar decisiones de este tipo? Se hace las siguientes preguntas: Si acierto, cuanto puedo ganar, ¿mucho, o poco? Y si pierdo ¿cuánto puedo perder? Si arriesgo perder mucho para ganar poco, la operación no es aconsejable. Si puedo ganar mucho  arriesgando poco, la operación, en principio, parece aconsejable. Después de analizar el  riesgo del beneficio o pérdida analiza las probabilidades de acierto y de error. Si las probabilidades de acierto son muy pocas, la operación podría ser desechada, y si las probabilidades acierto son muchas esto puede animarle a asumir los riesgos. Es decir, que  las cuestiones a analizar son el riesgo y las probabilidades acierto.
Aplicando esta técnica a la decisión sobre si Dios existe o no, nos encontramos con lo siguiente: Si apuesto porque Dios existe, y acierto, ¿qué puedo perder y qué puedo ganar? Si acierto gano la salvación eterna, es decir una felicidad inmensa para toda una eternidad, a cambio de algunas incomodidades que supone  el esfuerzo que hay que hacer para cumplir los mandamientos de Dios. Aquí la ganancia puede ser mucha y lo que arriesgo perder es relativamente poco. Si tomo la decisión de que Dios no existe, y existe, ocurre lo contrario: estoy arriesgando perder la salvación eterna, para  ganar poco, como es el disfrute algunos gustillos más en esta vida, que a lo mejor hasta me perjudican la salud. Estamos arriesgando mucho a cambio de ganar poco.
Nos queda por analizar las probabilidades que tenemos de acierto o error si  elegimos que hay Dios o elegimos que no lo hay. Algunos dicen que hay las mismas probabilidades de que exista que de que no exista. Esto podríamos tomarlo como cierto si fuera un juego de azar, pero no lo es. Echar una moneda al aire y predecir si saldrá cara o cruz, parece puro juego de azar, pero deja de serlo cuando vemos que casi siempre cae del mismo lado. Si ocurre esto es que algo externo al azar está haciendo que ocurra lo que ocurre. Respecto a Dios parece lógico apostar por aquello que haya  más probabilidades de que sea cierto, y después de analizados los argumentos en pro y en contra de su existencia a muchos nos parece que las probabilidades de que exista son mucho más que las de que no exista.

    1. Argumento del diseño inteligente 

             Antes de exponer este argumento conviene advertir que no debe confundirse el argumento con el llamado Movimiento del diseño inteligente. Este Movimiento, según parece,  está  encabezado principalmente por científicos americanos, y secundado por otros muchos no científicos, que según el decir de algunos parece que trata de imponer en las escuelas americanas la teoría creacionista del Diseñador inteligente frente a la teoría darwinista del evolucionismo. En el argumento del diseño inteligente no se trata de ir en contra de ninguna teoría, y menos en contra hechos demostrables, como es el hecho de que los cuerpos evolucionan en el tiempo. En mi opinión la teoría del evolucionismo y la del creacionismo son compatibles en cuanto a la existencia de la evolución. En lo que se hacen incompatibles es cuando en la teoría del diseño inteligente se piensa que tiene que existir una inteligencia que dirige las cosas para que sean como son, mientras que mientras que los darwinistas creen que es la naturaleza dirigida por azar quien rige los acontecimientos.
El planteamiento del argumento del diseño inteligente es el siguiente: Hoy se sabe que el universo muestra una gran inteligibilidad y un orden extraordinario, tanto en las cosas en sí mismas como en su relación con las demás. Decimos que tiene inteligibilidad porque muchas cosas se rigen como si tuvieran inteligencia, como si se dirigieran a un fin determinado. Todo hace pensar que los seres en la naturaleza se coordinan para obtener un fin:  Los órganos de un ser vivo se coordinan para mantener todo el organismo funcionando durante mucho tiempo, y los  billones de células de que constan muchos seres vivos no funcionan independientemente, sino que se coordinan para asegurar el funcionamiento de ese ser vivo. ¿Cómo se explica mejor esta coordinación y ese orden, con el azar o admitiendo la existencia de un planificador?

Las hipótesis que se plantean a este respeto son:

            a) Es el azar el que rige los destinos del mundo.       

Es difícil pensar que el azar, que es desorden, pueda producir un orden y una coordinación tan precisos. Son muchas las dificultades que hay para admitir que el azar o las fuerzas ciegas  de la naturaleza puedan ser el agente creador del orden.
Si decimos que es un azar condicionado por otras fuerzas, tendríamos que preguntarnos de donde salió ese condicionamiento que limitó la dirección del azar y lo hizo dirigirse en un sentido determinado. Ese condicionamiento sigue siendo un orden para el que no tenemos respuesta. Algunos intentan esquivar el problema hablando de las leyes naturales como marcos en los cuales se producen accidentes, pero estamos igual ¿Cómo explicar la racionalidad e inteligibilidad de esos marcos? Es difícil mantener la tesis del azar a la vista del orden exageradamente intrincado que observamos  en el funcionamiento de todas las cosas que existen en el Universo. No se sostiene por ninguna parte  hablar de azar, que es a donde lleva si desechamos la tesis de un Diseñador inteligente.
A mayor abundamiento, los cálculos de probabilidades dan una probabilidad ínfima de que sea el azar el causante de determinados hechos que se dan en nuestro universo. Hoy son muchos los científicos que, como  Allan Sandage , “consideran   altamente improbable que un orden como el que existe en el universo proceda del caos. Tiene que haber algún principio organizativo”.

            b) Es el  azar quien en combinación con las fuerzas ciegas rigen el mundo en que vivimos.

        Para defender la idea del azar en  combinación con las fuerzas ciegas se dice que la materia termina adaptándose a su medio para subsistir, y que no es el universo quien funciona así para hacer posible la vida en la tierra, sino que la vida se ha adaptado al ambiente que ha encontrado. Es decir, que la materia, ser inerte,  ha “inventado” por sí misma todo un proceso de adaptación al medio,  creando para ello un mecanismo tan complicado como el que se requiere para que la vida surja y se desarrolle en la tierra. Este proceso de auto adaptación requeriría que la materia se conociese a sí misma  para dirigir el proceso de adaptación en esa dirección, y, ¿de donde le viene a la materia ese conocimiento? ¿La materia, ser inerte, puede crear inteligencia?

            c) El mundo está regido por el evolucionismo darwiniano
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Algunos recurren a la evolución darwiniana  para explicar el orden y los cambios que rigen nuestro mundo, pero se sabe que hay cambios que no son consecuencia de la evolución sino de la mutaciones, y ni Darwin ni los darwinistas  explican en absoluto el orden y la inteligibilidad que existe entre los componentes de la materia viva. La suponen, pero no dicen cual puede ser su origen. Por otra parte esta hipótesis explica la evolución a partir de algo, -quizá del big bang -pero no dicen cómo empezó a existir ese algo que luego fue evolucionando.

            d) El Mundo está creado y regido por un Diseñador inteligente

            Si desechamos las hipótesis anteriores sólo nos queda la de un diseñador inteligente como más probable de que todo lo que sucede es porque Alguien con inteligencia así lo ha planeado.  Por cualquier lado que se  mire, si resulta  difícil creer en un Diseñador Inteligente como origen de todo lo que ocurre en la tierra, más difícil resulta pensar que tanto orden, tanta inteligibilidad  y tanta complejidad en los cálculos hayan ocurrido por  simple azar.

2.8   Argumento de la contingencia

           El punto de partida de este argumento son los hechos que percibimos, por los que observamos que en la naturaleza hay seres que se reproducen y seres que se destruyen. Si nos fijamos en un pájaro cualquiera veremos que es un ser finito, limitado,  cambiante y contingente. El pájaro para existir depende de muchos factores que no son él mismo, sino que están fuera de él: Empezó a existir porque otros, sus progenitores, le dieron la vida; luego, para seguir existiendo necesita alimentos, agua y aire para respirar. Es un ser dependiente de otros elementos, y por eso decimos que es un ser  contingente. El Universo también es algo contingente, porque para que exista es necesario que existan previamente los elementos que entran en su composición. Si todas las cosas son dependientes de esta manera,  se hace necesario que haya algo que pueda existir sin que existan otras cosas de las que dependa su existencia. Este Ens en se, ser por sí mismo, puede ser el soporte de todo lo que existe. De este Ser  decimos que es un ser necesario, en contraposición a lo contingente. Si no hubiera ese ser primario y necesario, no podrían existir los  siguientes y nada existiría. Obviamente ese ser no puede haberse creado dentro de nuestro universo, porque necesitaría del universo para su existencia. Tuvo que existir desde siempre y ser independiente de todo lo que existe en nuestro universo.
¿Es el universo contingente? ¿Precisa de un ser necesario para existir?  Nos consta por la ciencia y la observación que se producen y destruyen constantemente las cosas en la naturaleza, desde lo subatómico hasta las galaxias y todos los seres vivos. En lo  infinitamente pequeño parece cada vez más clara la contingencia, (su dependencia de otros elementos), y también en lo infinitamente grande. En el macrocosmos observamos también cómo unos astros dependen de otros, y cómo todos tienen que mantener una posición determinada  en el espacio para mantener el equilibrio.
Sabemos así que el universo es contingente, que no es autosuficiente, luego precisa de un ser necesario para su existencia.

2.9      Argumento de las vivencias personales

            Deliberadamente he dejado este argumento para el final, porque creo que es muy controvertido. Son legiones los que dicen haber tenido experiencias en las que han constatado la existencia de Dios, pero ninguno puede probar nada. ¿Quiere eso decir que todos mienten? En absoluto. Yo creo que muchos pueden haber mentido, pero estoy segurísimo de que otros muchos han vivido esas vivencias que cuentan. Y si las han vivido, ¿por qué no pueden probar que ha sido así? Ya hemos dicho que existen muchas cosas que no pueden probarse, y que eso no demuestra que no existan,  como tu dolor de estómago cuando vas al médico. ¿Si el médico te pidiera que le mostrases tu dolor, podrías hacerlo?. Pero él te cree, y así intenta curártelo aunque él no lo vea. La fe en lo que otros dicen viene a ser la mayor fuente de nuestros conocimientos, no porque nos prueben lo que dicen, simplemente porque los creemos.
¿Por qué he dicho antes que estoy segurísimo de que muchos de esos que relatan vivencias especiales respecto a Dios dicen verdad? Por dos cosas. Primero porque conozco algunas de estas personas, y para mí merecen todo crédito, y segundo porque personalmente he vivido algunas experiencias muy semejantes a la que esas personas  relataban. Pero no seré yo quien cuente  aquí en qué consisten esas experiencias, primero porque no tengo palabras para expresar lo sentido en esos momentos, que en nada se parece a lo sentido con las cosas de este mundo, y segundo porque  soy consciente de que no me es posible transmitir a otro lo que yo sentí entonces. Pero si quieres intuir algo de cómo son esas vivencias lee atentamente el siguiente cántico de San Juan de la Cruz, y seguro que lo entenderás mucho mejor que con lo que yo pudiera decirte

           Entréme donde no supe / y quédeme no sabiendo /
toda sciencia trascendiendo.

Yo no supe donde entraba,
pero, cuando allí me vi / sin saber dónde me estaba
                Grandes cosas entendí../ No diré lo que sentí
que me quedé no sabiendo, / toda sciencia trascendiendo.

El que allí llega vero, / de sí mismo desfallece;
Cuanto sabía primero / mucho bajo le parece;
Y su sciencia tanto crece / que se queda no sabiendo
Toda sciencia trascendiendo

                Y es de tan alta excelencia  / aqueste sumo saber,
Que no hay facultad ni sciencia  / que le puedan emprender
                Quien se supiere vencer / con un no saber sabiendo,
Irá siempre trascendiendo.

                Y si lo queréis oír, / consiste esta suma ciencia
En un subido sentir /de la divina Esencia;
Es obra de su clemencia / hacer quedar no entendiendo
Toda sciencia trascendiendo.

Es preciso haber sentido a Dios en esas vivencias para poder entender la exquisitez  de este cántico, y hasta me parece casi un sacrilegio intentar contarlo de otra forma, porque como dice el santo es un subido sentir de la divina Esencia que te deja toda ciencia  trascendiendo. En esos instantes se aprehende más a Dios que en toda una vida estudiándolo.
¿Prueba esto la existencia de Dios? No para quien no cree, quizá tampoco para los que creen y no han sentido eso, pero sí para quien  para quien lo ha vivido.
Personalmente estoy convencido de que si Dios pervive durante tanto tiempo en la mente de los hombres se debe a que de diversas formas y maneras se viene mostrando muy frecuentemente a los hombres de toda clase y condición social, y estos hechos, más que todo argumento y toda  teoría, son los que mantienen vivo su  recuerdo entre nosotros.

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