CAPITULO IV                                                    

         ¿ES VERDAD QUE LA CIENCIA NIEGA LA EXISTENCIA DE DIOS?

1      ¿Destruye la  ciencia a la religión?

En un medio de comunicación leo lo siguiente:

Ninguna religión muestra, como tal, amor a la ciencia, y el cristianismo no es solamente hostil a la ciencia, sino a toda cultura. La religión envilece a la ciencia. En tanto que la religión viva dentro de la historia, se verá expuesta a ser destruida por la ciencia, porque en todos los desarrollos religiosos la fantasía es la que ha prestado sus alas a estos movimientos, sin que la ciencia haya intervenido en la crítica histórica científica para refutar la incoherencia de las bases históricas que la religión ha considerado sólidas.

¿Es cierto lo que se afirma aquí, que la religión envilece a ciencia, y que la ciencia no ha intervenido en las bases históricas de las religiones? Evidentemente no, porque ciencia y religión han estado en permanente confrontación, criticándose frecuentemente la una a la otra, y esto lejos de destruirse lo que hace es que se complementan  Lo que ocurre es  que ni los métodos de investigación que sigue la ciencia son aplicables al campo de lo inmaterial, que es en el que trabajan las religiones, ni los métodos que siguen las religiones para descubrir sus verdades espirituales son aplicables al campo de lo material, que es con lo que trabaja la ciencia. Quienes no distingan estos campos pensarán que sólo es verdad lo que la ciencia puede demostrar que lo es, lo cual no deja de ser una mutilación de la lógica y de la propia experiencia diaria, porque éstas nos enseñan que podemos conocer cosas que la ciencia que la ciencia todavía no puede demostrarnos que lo son.
Para aclarar las  limitaciones de la ciencia en el conocimiento de las cosas, incluido el conocimiento de la religión,  puede servirnos el siguiente ejemplo tomado de Jonh C. Lennox, especialista en matemática pura,  quien lo expone en los siguientes términos:

Una sencilla ilustración nos ayudará a entender mejor la cuestión. Imaginemos que mi tía Matilde ha preparado un delicioso pastel para honrar a su nieto, y que invita a analizarlo a un grupo de científicos de renombre mundial. El experto en nutrición nos informará del contenido en calorías del pastel y su efecto nutritivo; el bioquímico nos hablará de las proteínas, las grasas, etc. del pastel; el químico estudiará la estructura atómica y molecular de estos componentes; el físico analizará el pastel en términos de sus partículas fundamentales y el matemático propondrá elegantes ecuaciones que describan el comportamiento de esas partículas. Una vez que estos expertos, cada uno en términos de su propia disciplina científica, nos hayan proporcionado una descripción exhaustiva del pastel, ¿podemos decir que el pastel ha quedado completamente explicado? Evidentemente dispondremos de una buena descripción de la naturaleza del pastel y de cómo se relacionan entre sí sus diversos constituyentes; pero supongamos que ahora planteo al grupo de expertos una última pregunta: ¿Por quién y por qué fue hecho el pastel? La sonrisa en el rostro de la tía Matilde demuestra que conoce la respuesta: ella hizo el pastel y lo hizo con un propósito, honrar a su nieto. En cambio, el experto en nutrición, el bioquímico, el físico y el matemático juntos no son capaces de responder a esa pregunta. Sus ciencias, que son excelentes para determinar la naturaleza y estructura del pastel (es decir, para responder a las preguntas sobre el «cómo»), no pueden responder a las preguntas relacionadas con el ,<por qué» del pastel. En realidad, la única manera de conseguir la respuesta es que la tía Matilde nos la revele. Y, si no nos la revela, no habrá análisis científico que pueda arrojar luz sobre sus intenciones

        Pues esto nos ocurre con el Universo. Nos lo hemos  encontrado hecho, y podemos  analizarlo por arriba y por abajo, por dentro y por fuera, y no encontrar el nombre de su ejecutor ni el propósito de la obra, pero si admitimos que su ejecutor es inteligente tendremos que admitir que fue hecho para algo. El sentido común invita a creer que tiene que haber alguien inteligente que lo haya hecho, y si es inteligente tiene que haberlo hecho para algo, pues es inconcebible que alguien inteligente haga las cosas para nada.
Sirva este ejemplo para recordarnos que la ciencia no tiene el monopolio de la verdad,  y que hay otros caminos que también llevan a su conocimiento. En el caso expuesto basta preguntar y creer a la tía Matilde para conocer verdades que los científicos no pueden descubrir respecto al pastel del ejemplo.

2   Dios y el ajuste fino del macrocosmos

¿Qué es esto del ajuste fino del macrocosmos? Pues  ni más ni menos que la extraordinaria precisión con que están ajustados todos los cálculos en el tiempo y en el espacio para que suceda lo que sucede. Si variásemos esos ajustes, por insignificantes que pudieran parecer, se produciría una catástrofe. En el ajuste fino se nos dice  que la precisión en los cálculos  que gobiernan las leyes de la naturaleza es tal que si algunos de esos cálculos se variase en una billonésima parte podría hacer inhabitable nuestro planeta, o podría producirse una hecatombe por choque de los astros. Y todavía hay quien eleva ese ajuste a cálculos mucho más precisos.
El físico Paul Davies dice que si la relación entre la fuerza nuclear fuerte y la fuerza electromagnética difiriera de su actual valor  en una diezbillonésima parte, las estrellas no habrían podido formarse. Igualmente dice que si la relación entre la gravedad y la fuerza nuclear débil  se incrementase en tan sólo 1/1040  (cero enteros, 39 ceros decimales y un uno como primera cifra significativa), haría que sólo pudieran existir estrellas  pequeñas, y una reducción en esa proporción haría que sólo pudieran existir estrellas grandes. Sin la existencia de ambas nuestro universo no sería viable. Las estrellas grandes actúan como hornos termonucleares generadores de diversos elementos químicos, mientras que las pequeñas arden durante el tiempo suficiente para mantener un planeta con vida.  Otro ejemplo de este ajuste en los cálculos.  A.H. Guth dice que se ha demostrado que un cambio de tan sólo una parte en 1/1055  (cero entero, 54 ceros decimales y un 1 después de tantos ceros decimales) en la proporción entre la fuerza expansiva y la contractiva en el tiempo de Planck (en el instante mismo  de crearse el universo) habría conducido o bien a una expansión del universo demasiado rápida sin que pudieran formarse las galaxias o demasiado lenta con el consiguiente colapso inmediato. Estos ajustes tan precisos para que el mundo pueda funcionar hace que algunos científicos como Paul Davies digan que “parece como si alguien hubiera ajustado de manera precisa los números de la naturaleza para crear el universo tal como existe. La impresión de diseño es abrumadora”.  
El matemático John C. Lennox haciendo referencia a la vida sobre nuestro planeta dice:

Investigaciones recientes han demostrado que muchas constantes fundamentales tienen los valores justos  para que la vida exista. Una mínima alteración de cualquiera de esos valores haría que el universo se volviera hostil, haciéndolo incapaz de sustentar la vida.

 Y añade más:

La inferencia a un diseñador inteligente se justifica en  base a que la acumulación de ínfimas probabilidades permite descartar el azar como creador del cosmos.

 

De esta opinión es también el cosmólogoEdward Harrison   que dice:

Estamos ante la prueba cosmológica  de la existencia de Dios. La precisión en el ajuste del universo proporciona evidencia prima facie de diseño divino. Hay que elegir: o azar ciego, o admitir la existencia de un diseñador. Muchos científicos, enfrentados a este dilema, se inclinan ante el argumento teleológico o del diseño.

 Esta misma idea la expresa  S. Hawking diciendo:

Sería perfectamente coherente con todo cuanto sabemos afirmar que hubo un Ser responsable de las leyes de la física. (En otro libro posterior -The Grand Dessin- niega esto

Los ajustes que acabamos de exponer no prueban por sí mismos la existencia o inexistencia de Dios, pero los cálculos hechos sí prueban la enorme dificultad que existe para creer que todo eso pueda ser obra del azar, y esto está haciendo cambiar la posición de muchos científicos respecto a la creencia en algún ser inteligente superior al hombre.  Hoy no se puede sostener la idea de que la ciencia  nos aleja de Dios, más bien existe la impresión contraria, que era la poca ciencia la que nos alejaba de Él. Por ahora todo parece apuntar a que  el universo tiene que ser obra de una mente inteligente, de un gran diseñador.

3   Dios y el ajuste fino del microcosmos

También estos análisis parecen apuntar en la misma dirección que los del macrocosmos. Allí  analizábamos las leyes de los grandes bloques de la materia, mientras que aquí se analiza la estructura y la composición química de la misma. El gran descubrimiento al estudiar la composición de la materia viva es su compleja organización,  y la gran cantidad de información que es capaz de elaborar, lo que ha dado lugar a que algunos naturalistas atribuyan  inteligencia y conciencia a la materia, lo cual es una forma de equiparar la estructura de la materia a la de los seres inteligentes, aunque sin admitir que haya alma o espíritus en la materia.  Si se admitiera que la materia puede tener inteligencia y conciencia, podría plantearse el problema de si es la mente la que ha creado a la materia o si por el contrario ha sido la materia la que ha creado a la  mente. Si la materia es capaz de crear a la mente podríamos prescindir de Dios como diseñador de lo creado, y atribuir a la materia  la organización de nuestro universo, pero si tiene inteligencia la materia, ¿quien se la dio? ¿Y si no se la dio nadie, puede  la materia haberse dotado de algo superior a ella misma?     
Recordemos un poco la estructura  básica de las células. Sabemos que una  célula  es el organismo más pequeño con vida propia. Sabemos que se compone de núcleo, masa citoplásmica y una membrana que le hace de límite. Se calcula que el hombre adulto puede llegar a tener diez billones de células (algunos elevan esta cantidad hasta trillones). Esto puede darnos idea de su pequeñez. Toda célula como ser vivo independiente que es nace, crece, se nutre, se relaciona, se reproduce, se mueve, envejece y muere o desaparece. ¿Y qué hace durante su periodo de vida? Según los científicos, aún las más diminutas que pesan menos de la billonésima parte de un gramo, son verdaderas fábricas en miniatura con miles de piezas exquisitamente diseñadas y entrelazadas en una intrincada maquinaria molecular de un total de cien millones de átomos. Cada célula es una máquina mucho más complicada que cualquier otra construida por el hombre. Algunos las  equiparan a las máquinas inventadas por los hombres, porque vistas al microscopio tienen un funcionamiento similar a dichas máquinas.
¿Pueden haber sido construidas  estas diminutas y complejas máquinas por el azar o por la fuerza ciega de la naturaleza, o por la evolución?  Michael Behe, profesor de bioquímica en la Universidad de Lehigh considera a la célula en su conjunto como un sistema sencillo compuesto por varias partes interactivas, en las que todas las partes contribuyen a su función básica. La ausencia de cualquiera de esas partes haría que la célula dejase de funcionar eficazmente. Esto es  lo que se conoce como un complejo irreductible, porque son necesarias todas sus partes para que el sistema funcione.
Un complejo irreductible no puede provenir de otro complejo más simple, por la sencilla razón de que no hubiera podido subsistir al faltarle algún elemento necesario para su existencia. Esto viene a poner en solfa  la teoría de que la célula pueda proceder de un complejo más simple que con el tiempo haya evolucionado hasta convertirse en célula. Cabe suponer que se haya producido por mutación, no por simple evolución. La evolución no lo explica todo. Las dificultades no acaban aquí. Son todavía mucho mayores cuando contemplamos la información que pueden transmitir, y todavía es más llamativo el que otras células sean capaces de interpretar esa información  y ejecutar “sus órdenes”.  El tan citado  Lennox  dice que unade las implicaciones más profundas del estudio de la materia viva ha sido constatar que no se trata de simple materia, sino de materia llena de información. Cada uno de los diez billones de células del cuerpo humano contiene una base de datos mayor que la Enciclopedia Británica. ¡Una célula con un peso de billonésimas de gramo capaz de operar como una máquina compleja y de contener más información que toda una gran enciclopedia!  ¿No es esto para asombrarse? ¿Podrá haber hecho eso el azar? Se sabe que nuestro genoma humano tiene más de 3.000 millones de letras, el equivalente a toda a toda una gran biblioteca, y la combinación de estas letras es la que configura la información que otras células tienen que interpretar.  Caims Smith , reflexionando sobre esto,dice:

El azar ciego puede producir con suma facilidad letras pero se vuelve incompetente rápidamente cuando aumenta el grado de organización. Por largos que sean los periodos de espera , o impresionantes los recursos naturales resultan irrelevantes.

Quiere decir esto que el azar puede producir palabras, pero no podemos esperar que escriba todos los libros de una gran biblioteca. Los que creen en el materialismo explican cómo puede hacerse la transmisión de la información, pero el verdadero problema no es ese, sino cómo esa información ha podido generarse y como es posible que otras células la interpreten. Las dificultades para  explicar por el azar la generación de la información que portan las células hace que muchos científicos opinen que este hecho tiene que haber sido producido por una mente inteligente, lo que nos lleva, igual que vimos en el macrocosmos, a tomar como hipótesis más probable la existencia de un diseñador de todo lo creado, hipótesis con la que hoy están de acuerdo muchos de los científicos actuales. Ya hemos visto que las probabilidades de que sea el azar quien haya hecho todas estas cosas es sumamente pequeña. Paul Davies, antes citado, lo expresa gráficamente así:

Elaborar una proteína simplemente inyectando energía  es como hacer explotar dinamita bajo un montón de ladrillos y esperar que formen una casa. Se generará suficiente energía para que formen la casa, pero se necesitará alguien que acople esa energía.

3bis  Si probásemos que existe el Gran Diseñador, ¿quedaría probado que el 
       hombre es un ser trascendente?

            Algunos están dispuestos a admitir que puede haber un Ser  inteligente que haya creado todo lo que existe, pero dicen que de esto no se infiere que el hombre sea un ser trascendente. Puede haberlos creado como a un árbol, por ejemplo, que nace, crece, se desarrolla muere y desaparece. Si admitimos que ese Gran Creador es inteligente, y no puede admitirse que no lo sea, tenemos que admitir que todo lo que ha creado ha sido hecho para algo, porque crear cosas para nada no tiene sentido. Partiendo de esto tenemos que admitir igualmente que tiene que tener más valor haber sido creado que no haber sido creado, porque si no ser creado tuviera más valor que ser  creado ese ser inteligente no estaría obrando de forma inteligente. Aplicando este razonamiento al hombre podemos decir que el existir del hombre tiene que tener más valor que el no existir, y un ser racional solo puede tener más valor si existe para ser feliz, porque existir para ser infeliz tendría menos valor que no existir. Es decir, que un ser inteligente no puede crear un hombre para nada ni para ser infeliz. Sólo tiene razón de ser su existencia si es creado para ser feliz, y si el hombre no puede ser feliz en este mundo, y aquí sabemos por experiencia que no hay felicidad completa, tiene que haber otro lugar donde exista esa felicidad para que la existencia del hombre como ser racional pueda tener una explicación lógica por parte de un ser inteligente.
¿Cómo se combina esto con la posible condenación eterna que predica la Iglesia? Dios crea al hombre, y con su existencia le da la posibilidad de hacerse  feliz a condición de que cumpla determinadas  normas. Si voluntariamente las cumple tiene la felicidad, si voluntariamente no las cumple se queda sin ella, pero esto ya no es problema del creador, es problema del creado. 

4       El evolucionismo y el origen de las especies.   

Hablando de religión y de ciencia no es posible pasar por alto el evolucionismo, ya que, probablemente, haya sido este descubrimiento una de las cosas que más científicos apartó en su día de Dios, y que sigue apartando hoy a muchas personas  de la Iglesia y de Dios.
La teoría de Darwin, que es la que ha dado lugar al fenómeno conocido como evolucionismo,  parece confirmarse en el terreno de la micro evolución, pero hay fallos  en cuanto a la macro evolución. Hay muchas cosas que todavía no pueden explicarse con esa teoría.  
Los darwinistas parten de la idea de que  todas las cosas  se han formado por evolución. Dan  por supuesto que la “sopa de la vida” creó el primer microorganismo vivo, -la célula- y que de ahí, por evolución, se han formado todas las especies. La obra de Darwin tiene dos partes: Por un lado presentó pruebas respecto a la evolución de las especies, y por otro presentó en 1859 su teoría sobre el Origen de las Especies. Más tarde escribió numerosos libros, algunos de los cuales se consideran prolongación de su famosa teoría, tales como la Variación de los animales  y de las plantas y La Descendencia del hombre. Hoy nadie pone en duda  la evolución de las especies, pero se admiten fallos en las conclusiones que se sacaron de esta teoría, y aunque esto no quita mérito a sus valiosas aportaciones hay mucha diferencia entre este reconocimiento y tomar esas teorías como dogmas, cosa que ocurrió en los años que siguieron a sus exposiciones. Pocos eran los científicos que no aceptaban estas teorías, y a quienes no las aceptaban no se les consideraba científicos. Veamos algunos ejemplos de cómo se vivió el darwinismo en sus primeros tiempos
Richard Lewontin dice:

Es hora de afirmar claramente que la evolución es un hecho, no una teoría. Los pájaros descienden de no-pájaros, y los humanos de no-humanos. Nadie que afirme tener conocimiento del mundo puede negar estos hechos, del mismo modo que no se puede negar que la tierra es redonda

 Mas lejos va Richard Dawkins quien apostilla:

Se puede afirmar con toda seguridad que cualquiera que no acepte la evolución es un ignorante, un mentecato, o un enfermo mental.  Ideas como estas, compartidas por otros científicos de la época, fueron tenidas por ciertas durante mucho tiempo, y fueron punto de partida para atacar las creencias religiosas, tildando de ignorantes y retrógrados a quienes no compartían esas ideas, sambenito que llega hasta nuestros días. Con el darwinismos se afirmó que el hombre descendía del mono, y que podía prescindirse de Dios para explicar todo lo relacionado con la creación, idea que nunca admitió la Iglesia, y de aquí sus luchas dialécticas entre ésta y los defensores de evolucionismo.
¿Admite hoy la Iglesia la teoría de la evolución de las especies? Juan Pablo II dijo en 1996 que “la evolución es más que una mera hipótesis”, y de ahí dedujeron muchos que la Iglesia admitía su error por no haber aceptado antes esta hipótesis. La Iglesia acepta la micro evolución, porque esto es un hecho, lo que no acepta es que la evolución sea regida por el azar, o por la ciega selección natural de las especies sin ningún propósito, que es lo que defienden los darwinistas. La Iglesia cree que la evolución obedece a un diseño inteligente planificado por Dios. El cardenal Arzobispo de Viena Chistoph Schönborn dice a este respecto:

La evolución en el sentido de la ascendencia común podría ser cierta, pero la evolución en el sentido darwinista  (proceso no planificado y no guiado basado en la mutación aleatoria y la selección natural) no. Y añade: Cualquier sistema de pensamiento que niega la abrumadora evidencia de diseño en biología es ideología, no ciencia. El “propósito” que guía a los seres en una dirección de la que ellos mismos no son responsables nos obliga a suponer una mente que ha sido su inventor, su Creador”.

¿Qué reparos se ponen hoy a las teorías de Darwin y de sus seguidores?. En general la ciencia admite la  micro evolución, pero no está de acuerdo en que la creación de todas las nuevas especies a partir de la sola evolución sin intervención exterior. El biólogo celular E. J. Ambrose, de la Universidad de Londres, dice que es imposible que se necesiten menos de cinco genes para la formación de una nueva estructura. Es decir, que para crear una estructura nueva –una nueva especie- se necesitan cuando menos cinco genes.  Señala además que sólo una de cada mil mutaciones es inocua, de manera que la probabilidad de que se produzcan cinco mutaciones no perjudiciales es una en mil billones de replicaciones, Esta es una seria objeción a las teorías darwinianas, a menos que se acepte que en la evolución se ha introducido una aportación intensiva de nueva información genética durante el tiempo de aislamiento del nuevo par de reproductores. Sir Fred Hoyle hace la siguiente reflexión:

Cuando tuve claro que la teoría de Darwin no era correcta en términos generales me quedaba con una duda, porque me parecía difícil aceptar que la teoría fuera completamente incorrecta. Cuando las ideas se basan en observaciones, como es el caso de la teoría darwinista, lo normal es que sean válidas al menos dentro del campo de dichas observaciones. Los problemas aparecen al hacer extrapolaciones fuera del ámbito de las observaciones. Por tanto la cuestión era determinar hasta qué punto era válida la teoría y por qué precisamente dejaba de serlo a partir de un cierto punto.

Hoyle se hizo estas preguntas después de intentar aplicar la teoría de Darwin a sus experimentos, y observar que tenía fallos. Igualmente el  biólogo  Pierre Gras observó que las moscas de la fruta,  a pesar de los millares de generaciones trascurridas y de las numerosas mutaciones a que han sido sometidas en los múltiple experimentos siguen siendo moscas. La opinión de éste biólogo, como la de otros científicos es que  la teoría de Darwin sólo es correcta a pequeña escala, (en la micro evolución) pero no a gran escala.
¿Por qué una teoría que al parecer tiene tantos agujeros fue  tomada como dogma de fe por tantos científicos?  Tal vez la explicación esté en sus orígenes. Esto ocurrió hace 150 años, cuando los conocimientos distaban mucho de los actuales. En aquellos tiempos el descubrimiento de la evolución  de las especies fue todo un avance científico, y se puso de moda la defensa de esta teoría  frente a la oposición de la Iglesia que nunca admitió la exclusión de Dios en la creación del mundo. La sociedad concedió prestigio a quienes defendían que la creación era obra de la evolución sin intervención divina –teoría evolucionista- y se lo negó a la Iglesia que defendía que el mundo había sido creado por Dios –teoría creacionista-. Esta fue, y sigue siendo,  la guerra entre evolucionismo y creacionismo.

5      ¿Cómo surgió la vida en la tierra?  
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¿Cómo la materia pasó de ser inerte a tener vida propia? Esto es un gran misterio hasta el presente. Hace tiempo que el hombre creyó haber descubierto el principio  de la vida con las proteínas  y los aminoácidos, y  se dedicó a hacer experimentos para recrear la vida a partir de una “sopa” semejante a la que se supone había en el universo cuando éste surgió. ¿Cuáles fueron los resultados? Que la ciencia ha llegado a aislar los componentes de la vida  y ha conseguido reproducirlos, pero no ha conseguido ensamblar las proteínas a partir de los aminoácidos. La vida no surge simplemente mezclando los aminoácidos adecuados en la proporción correcta, sino que, además, es necesario que los aminoácidos constituyentes ocupen dentro de la cadena una posición especifica que es determinada por el código genético. Lo importante no es que estén en la cadena, es el orden en que deben estar, y esto no ha podido conseguirlo la ciencia todavía. Esta complejidad hace que algunos científicos, como Klaus Doce, se expresen así:

Más de 30 años de experimentación sobre el origen de la vida nos han proporcionado una mejor percepción de la inmensidad del problema, pero no su solución. Hoy día todas las discusiones sobre las principales teorías y los experimentos en este campo acaban o bien estancadas o bien en una confesión de ignorancia Y Stuard Kafman  dice:

Cualquiera que diga que sabe como comenzó la vida en la tierra hace unos de 3.450 millones de años, o es un memo o es un sinvergüenza. Nadie sabe como fue

Esta complejidad que se requiere para que  haya vida nos lleva también a pensar que tiene que ser Alguien con inteligencia, y no el azar, quien haya diseñado la vida.
6    La cuarta dimensión

            Sabemos que uno de los grandes misterios para el  hombre es la creación del universo. Los científicos han llegado, en teoría,  hasta el big bang, pero ¿qué había antes del big bang? ¡Misterio! Ahora se especula con que pueda existir una cuarta o más dimensiones que no conocemos, y se cree que podrían ser descubiertas en un futuro corto, y que su conocimiento nos lleve a averiguar qué podía haber antes del célebre big bang.
E. Punset, en el semanario de ABC del 19-3-06 se refiere a esto como sigue:

Si nuestro amplio universo es, como podría probarse en década que viene, tan solo una minúscula rodaja de un universo de dimensiones desconocidas, de mundos paralelos que nos traspasan sin tocarnos, se trastocaría profundamente la conciencia de nosotros mismos  

            Parece que en esto de la creación del universo los misterios se engarzan como las cerezas. Cuando los científicos creen haber resulto uno, nos encontramos que vienen detrás una docena que quedan sin resolver.

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