ENSEÑANZAS DE LA IGLESIA CATÓLICA.

 La  misión  de la Iglesia católica, y por lo mismo la misión de  los  Obispos  y sacerdotes es enseñar lo que Cristo enseñó. El mandato de Cristo es claro: Id y haced discípulos a todas la gentes bautizándolas en el nombres del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado (Mt28,19). Esa es la misión fundamental de la Iglesia. Los hombres somos libres para aceptar o no esas enseñanzas, que en esto consiste la libertad que Dios nos dio. En tiempos de Cristo hubo muchos que no le creyeron, y Cristo no persiguió a ninguno, ni mandó hacerles mal alguno. Y así debe ser para respetar la libertad individual. Pero junto a la libertad de obrar está la obligatoriedad  de tener que responder de nuestros actos, y está la justicia divina que premia el bien y castiga el mal. Hoy se habla mucho de libertad y muy poco de responsabilidad, cuando estos dos conceptos son inseparables. Sin la justicia sería vana  la responsabilidad, y sin justicia y responsabilidad daría igual hacer lo bueno que lo malo, pero Cristo enseñó que no da lo mismo, porque hay una justicia divina que al final de la vida premia al que obra bien y castiga a quien obra mal. En estos tres ejes: libertad, responsabilidad y justicia, se fundamenta el buen orden de toda sociedad y de toda la conducta humana. La libertad y la responsabilidad las gestionamos los hombres, pero la justicia se la reservó Dios para sí, porque es el único que con conocimiento de causa puede ejercerla en su justa medida. Los hombres tenemos muchas limitaciones para poder ejercer este tipo de justicia, porque nuestro conocimiento de las cosas es  muy limitado, y nuestras pasiones nos impiden juzgar con imparcialidad.

Si la libertad es para elegir el bien y rechazar el mal, y la justicia es para castigar lo malo y premiar lo bueno, será conveniente para el hombre conocer qué es lo bueno y qué lo malo, y para enseñarnos esto según los criterios del Juez Supremo  es para lo que vino Cristo a la Tierra, y enseñar lo que enseñó Cristo es lo intenta hacer la Iglesia según su leal saber y entender.

Las enseñanzas de la Iglesia Católica están contenidas en el  Catecismo la Iglesia Católica promulgado bajo los auspicio de Juan Pablo II. Es aconsejable consultar este Catecismo para formarnos en las verdades nuestra fe. Este Catecismo sigue la pauta de casi todos, enseñando lo que tenemos que creer, lo que tenemos que orar, lo que tenemos que obrar y lo que tenemos que recibir.

                           QUÉ TENEMOS QUE CREER  

 Existe una jerarquía de creencias en cuanto a las verdades que tenemos que creer: En primer lugar tenemos los dogmas, después están las verdades que admite la Iglesia como tales, pero  que no son dogmas, y por último están las opiniones teológicas y las creencias particulares a las que la Iglesia no se opone.  

El dogma es una verdad que la iglesia declara que es revelada  por Dios por estar contenida en las Sagradas Escrituras, y como verdad revelada por Dios hay obligación de creerla. La obligación de creer el dogma se apoya en que es Dios quien la ha revelado, y Dios ni puede engañarse ni engañarnos.  No son verdades que la Iglesia impone arbitrariamente. Son verdades que figuran en las Sagradas Escrituras.  El contenido de los dogmas es inmutable, pero su formulación (la forma de expresarlo) se puede desarrollar para acomodarse mejor al modo de hablar de los tiempos. Los dogmas son un misterio, y como tal superiores a nuestra razón y a nuestra limitada inteligencia, pero no va contra la razón humana, simplemente la supera. “La verdad revelada -nos dice Juan Pablo II en la encíclica Fides et ratio- es al mismo tiempo una verdad que debe ser comprendida a la luz de la razón (debe tener una lógica). Sólo en esta doble acepción es posible precisar la justa relación  de la verdad revelada con el saber filosófico (o científico)”.

 Principales dogmas de la Iglesia Católica.

 Dogmas sobre Dios: Hay un sólo Dios y son tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios es creador de todo lo que existe, incluido el hombre. Así lo enseñó Cristo

Dogmas sobre Jesucristo: El primer dogma sobre Jesucristo es su encarnación. Es un gran misterio para el hombre cómo un Dios muy superior en  todo al hombre puede tomar nuestra limitada naturaleza y ser Dios y hombre al mismo tiempo. Creemos que Cristo es Dios y hombre porque con su vida terrena y su resurrección demostró ser las dos cosas. Creemos que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo porque así lo reveló el Ángel a la Virgen y  creemos que murió  en la cruz, que fue enterrado y que resucitó al tercer día  porque así lo atestiguan quienes lo vieron.

Dogmas sobre el hombre: Creemos que está formado por cuerpo y alma. Que cayó en el pecado original por una desobediencia a Dios. Así lo ha revelado Dios en las Escrituras. Cristo nos rescató del pecado original y vendrá a juzgarnos al final de los tiempos cuando todos resucitaremos.  Todo esto está recogido en las enseñanzas de Cristo.

Dogmas marianos: La Virgen fue concebida sin pecado original. Fue virgen antes del parto, en el parto y después del parto.

Dogmas sobre el Papa: El Papa es infalible sólo cuando habla excátedra, no por su sabiduría sino como cabeza de la Iglesia a quien Cristo prometió su asistencia en todos los tiempos. El Papa, como cualquier otro hombre,  puede equivocarse cuando habla de ciencia, e incluso cuando habla de religión si no lo hace excátedra de forma solemne para definir una verdad.

Dogmas sobre creencias escatológicas: Creemos que son  ciertas la existencia del cielo, del infierno y del purgatorio, y que existe otra vida eterna después de la muerte. Cristo confirmó estas verdades en sus enseñanzas

Verdades de fe que no son dogmas.  A los dogmas le sigue en rango de certezas  las verdades de fe que no son dogmas, pero que son objeto de creencia por muchos católicos, y que la Iglesia admite esas creencias . En este orden podemos poner las apariciones de la Virgen, los milagros, etc.

Opiniones teológicas y otras creencias admitidas por la Iglesia.

Son de inferior grado de certeza que las anteriores  y son las  creencias piadosas  que la Iglesia las tolera, como pueden ser las devociones a los santos. Todas las creencias no definidas como dogmas las puede cambiar el Magisterio de la Iglesia, pero no los dogmas.

                    QUE TENEMOS QUE PRACTICAR

 No existe el cristiano no practicante, esa cosa rara que algunos se definen como tales.  El que no practica, aunque esté bautizado, si no acepta las enseñanzas de Cristo no se  puede considerar  verdadero cristiano.  San Juan dice en su Primera epístola: “Quien dice que le conoce (a Cristo) y no guarda sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no esta en él” (3,4). Un católico tiene la obligación de guardar todos los mandamientos de la ley de Dios, de recibir los sacramentos instituidos por Cristos y de rezar. Todo esto, de una forma u otra, es lo que Cristo enseñó y practicó  para darnos ejemplo. Los mandamientos de la Ley de Dios no son invento de los curas, están contenidos en las Sagradas Escrituras en el Éxodo 20,2-17 y en Deuteronomio 5,6-21. El  Catecismo de la Iglesia Católica reproduce estos textos en la sección segunda y los explica en profundidad.

Como mucha gente tiene olvidados algunos mandamientos es conveniente recordarlos frecuentemente para no olvidar ninguno y cumplirlos todos:

El primer mandamiento de la ley de Dios es amarás a Dios sobre todas las cosas. El segundo no tomarás el nombre de Dios en vano; el tercero Santificarás las fiestas; el cuarto honrarás a tu padre y a tu madre; el quinto no matarás; el sexto no cometerás actos impuros; el séptimo no robarás; el octavo no dirás falsos testimonios ni mentirás; el noveno no consentirás pensamientos ni deseos impuros y el décimo no codiciarás los bienes ajenos.

¿Cuáles de estos mandamientos tenemos que practicar? Esto se lo preguntaron a Cristo y  él respondió que TODOS, principalmente el de amar a Dios y al prójimo porque guardando estos dos se guardan todos. Amar a Dios es esforzarse por cumplir su voluntad, y su voluntad, según Jesucristo, es que guardemos TODOS sus mandamientos y amar al prójimo es no hacerle daño y ayudarle en sus necesidades. 

Los preceptos de la iglesia. El católico también tiene obligación de guardar los preceptos de la Iglesia Católica, que tienen como fin garantizar a los fieles el mínimo indispensable en la vida de oración, en el esfuerzo moral y  en el crecimiento del amor de Dios y del prójimo. Los principales mandamientos de la Iglesia son: Oír misa entera los domingos y fiestas de precepto; (Oír misa es el mandato de Cristo en la última cena);  confesar los pecados mortales al menos una vez al año, y en peligro de muerte, o si se ha de comulgar;  comulgar por Pascua de Resurrección; ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia, y por último  ayudar a la Iglesia en sus necesidades.   

                                 QUÉ TENEMOS QUE ORAR

  Cristo insiste en los evangelios en la necesidad que tenemos de orar: En Lucas 8 podemos leer :“Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe, el  que busca halla y al que llama se le abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez le da una culebra, o si le pide un huevo le da un escorpión?. Si pues vosotros sien­do malos sabéis dar cosas buenas a vuestro hijos ¡cuanto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan”. ¿Cuantas veces hemos pedido a Dios que venga a nosotros el Espíritu Santo, eso que tanta falta nos hace para ser verdaderos cristianos?

La oración es la que nos une a Dios, y de Dios nos viene el alimento del alma. Si no estamos unidos a Él nuestra vida espiritual se muere y desaparece. El Padre Nuestro es la oración que Cristo nos enseñó y es la  que más recitamos los cristianos en público y en privado. En la misa rezamos juntos los católicos con el celebrante.  A la misa no se va a oír  misa, se va a rezar en unión de todos los que profesamos la misma fe, y a pedir  a Dios perdón por nuestros pecados, y a darle gracias  por los  beneficios recibidos, a la vez que celebramos el misterio de la redención en la cruz. Con ello cumplimos el mandato de Cristo de hacer eso en memoria suya.

                      QUE TENEMOS QUE RECIBIR

 Los sacramentos. Los  católicos tenemos que recibir, según los casos, los sacramentos instituidos por Cristo nuestro Señor. La Iglesia considera que estos sacramentos son los siete siguientes: El bautismo, la confirmación, la penitencia o confesión, la  eucaristía (la misa), el matrimonio, el orden sacerdotal y la unción de los enfermos.  

¿Para que sirven los sacramentos?  Sirven para alimentar nuestra alma. Son signos –palabras o gestos- que pronuncia o realiza el celebrante del  sacramento y por los cuales la persona o personas que lo reciben obtienen unas gracias especiales que les concede Cristo si lo realizan con las debidas condiciones. Para que el sacramento sea válido se requiere la recta intención de quienes lo reciben y que quien lo administra esté autorizado para celebrarlo. 

¿Es necesaria la Iglesia católica para salvarnos? Dice Ratzinguer en Luz del Mundo (pág. 205): “Dios no necesita ningún intermediario para entrar en el alma del hombre, porque está más dentro de él que el hombre mismo. Para salvar al individuo no se necesita ni la Iglesia, ni la historia de la salvación, ni la encarnación, ni la pasión de Dios en el mundo”.

Si la Iglesia Católica no nos hace falta para salvarnos, ni para ser buenas personas, entonces ¿la Iglesia para qué? La Iglesia nos es necesaria para mostrarnos el camino de la salvación según Cristo, y para acompañarnos en este oscuro camino. Seguir ese camino o no seguirlo es cosa nuestra, y de que lo sigamos o no depende nuestra salvación o nuestra condenación. Ni Dios ni la Iglesia nos mandan al infierno; somos nosotros quienes con nuestros comportamientos elegimos libremente nuestro destino eterno.

¿Sólo la Iglesia Católica tiene verdades a cerca de dios y de nuestra salvación? Los católicos creemos que TODA LA VERDAD sobre el más allá sólo la tiene Dios, y Jesucristo en cuanto Hijo de Dios. Quienes más se acerquen a lo revelado por Dios y por Cristo serán los que estén  más cerca de esa verdad, y creemos que la Iglesia Católica, que fue fundada por Cristo, predicada por sus discípulos y continuada por los Obispos bajo la dirección de un responsable único –de un “Pedro”, como quiso Cristo- es la que está más cerca de lo que el Maestro enseñó.

La Iglesia nos es necesaria también para vivir la fe junto a otros,  porque no es posible vivir el cristianismo a nuestro aire o en soledad. El converso Paul Claudel dice que cuando se convirtió no conocía un solo sacerdote, ni tenía un solo amigo católico. Y añade: “Pero el gran libro que se me abrió y en el que hice mis estudios, fue la Iglesia. ¡Sea eternamente alabada esta Madre grande y majestuosa, en cuyo regazo lo he aprendido todo!".

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