ENTREVISTAS A LOS QUE CREARON ESTA UNIVERSIDAD

Recogemos aquí las entrevistas hechas a los principales responsables de poner en marcha la creación de esta Universidad. La idea partió de un dominico, el P. Bartolomé  Vicens Fiol, a la sazón confesor del Rey Juan Carlos I, Rey de España. Por ser a él a quien se le ocurrió la idea de crear esta universidad acudimos primero a él para hacer las entrevistas y a continuación a los otros protagonistas de esta historia, a saber:

Entrevista a el Consejero de Sanidad y Bienestar social de la Junta de Castilla y Leon
Idem al Restos magnifico de la Ubiversidad Pontidicia de Salamanca
Idem a la Directora del Proyecto Doña Adoracion Holgado.

Esto es lo que recoge el libro que seguimos en esta exposición sobre estos acontecimientos.

 

   ENTREVISTA  AL  PADRE BARTOLOMÉ VICENS FIOL

Al primero que entrevistamos fue al P. al Padre Bartolomé Vicens Fiol, por a él a quien se le ocurrió la idea de lanzar este proyecto.  
Si pretendiésemos presentar este Padre a los alumnos de la Universidad de la Experiencia cometeríamos la misma estupidez que quien pretende presentar un padre a sus hijos.
Es innecesario por ser de sobra conocido por éstos. Pero tal vez muchos de los que lean este libro no hayan oído hablar de este insigne domini­co, y a ellos va dirigida especialmente esta presentación, que es de todo punto obligada, por tratarse nada más, y nada menos, que del hombre que tuvo la feliz idea de crear esta Universidad.
Y no solamente tuvo el atrevimiento de exponer tan brillante idea y de luchar por su puesta en práctica, sino que a pesar de sus múltiples ocupaciones, siempre encuentra un hueco para estar con los alumnos y profesores de esta Universidad en cualquiera de sus acontecimientos, bien sean oficiales o bien simples actos de convivencia fraternal.
Para hacer esta presentación, nadie mejor que nuestra Directora General, Doña Adoración Holgado, porque dentro de la Universidad de la Experiencia es la persona que más ha estado con él. En una confe­rencia que impartió el Padre Bartolomé en el Aula Magna de la Univer­sidad Pontificia de Salamanca, el día 3 de febrero de 1994, lo presentó así:
«En esta ocasión contamos con un conferenciante especial, Fray Bar­tolomé Vicens Fiol. Presentar al Padre Bartolomé en esta Universidad es para mí una responsabilidad y un honor. Es una responsabilidad por­que temo no saber reflejar adecuadamente los «méritos» de este domi­nico insigne, y no es que sea difícil enumerar sus títulos y ocupaciones cuando se tiene un «curriculum vitae» delante. Es que son tantos sus títulos, que es difícil hacer un buen resumen de ellos. Espero que el conferenciante se sienta reflejado en esta síntesis:

  1. Como es fácil comprobar (por su hábito) es dominico y sacerdote.
  2. Profesor de Filosofía, Ética y Religión.
  3. Doctor Honoris Causa por la Universidad Lingüística de Moscú.
  4. Presidente-Fundador de la «Fundación del Hombre».
  5. Presidente, responsable o asesor de diversas organizaciones nacio­nales e internacionales, que prefiero no enumerar, relacionadas con los mayores, los jóvenes y los niños, y en las que se tratan temas para fomentar la Paz, el dialogo, la tolerancia, el empleo o la creatividad.
  6. Es confesor de su Majestad Don Juan Carlos I, Rey de España.
  7. Ha dictado conferencias y cursillos en Centros Culturales y en Universidades de cerca de veinte países, tan diversos como la India, la República Popular China, Estados Unidos, y diferentes países hispano americanos y europeos.

He resumido, quizá excesivamente, su dilatado curriculum  porque creo, o mejor siento, que estos títulos y ocupaciones son sólo el reflejo de algo mucho más importarme que es la persona, el ser humano que tiene títulos y hace cosas porque «es». El Padre Bartolomé es un Huma­nista y un Educador, como él mismo se define.
Por eso precisamente es un honor para mí tener la oportunidad de presentar a una persona a la que admiro y respeto.
Yo oí por primera vez el nombre de Fray Bartolomé a comienzos del verano pasado cuando el Señor Rector de esta Universidad me infor­mó de un proyecto diseñado por el Padre Vicens, y que la Junta de Cas­tilla y León proponía a la Universidad Pontificia para que lo desarrolla­ra y lo pusiera en marcha. Lo conocí personalmente a primeros de noviembre, el día de la inauguración de la Universidad de la Experien­cia, cuando pasaba a ser una realidad el proyecto al que antes me refe­ría. Desde ese día admiré la humanidad del Padre Bartolomé Vicens, su forma de valorar a las otras personas, de hacer que se sienta bien la gente que está a su alrededor».
Hasta aquí lo que hemos tomado de la presentación que hizo Doña Adoración Holgado en la conferencia citada. Pensamos que con ello se habrán podido formar una idea nuestros lectores de quién es este ilustre dominico que nos ha embarcado en la aventura universitaria a un gran número de personas mayores.
Nosotros quisiéramos resaltar de él lo que ya ha dicho Doña Adora­ción, y es su gran humanismo, que le lleva a preocuparse constantemen­te de todas las personas, por el mero hecho de ser personas, para que se sientan bien.
Con la creación de esta Universidad y de la «Fundación del Hom­bre», el Padre Bartolomé quiere hacer llegar a todos los hombres el men­saje de que los años vividos a partir de los sesenta pueden ser suficien­tes para dar sentido a toda una vida si se viven plenamente. Al llegar a los sesenta pueden quedar todavía veinte o treinta años de vida, y esos son muchos años si se viven en plenitud. Este mensaje es de incalcula­ble valor para todos los que nos encontramos viviendo esa etapa de la vida. El Padre Bartolomé se educó en los jesuitas, y luego, de mayor, ingresó en los dominicos. Cuenta que cuando después de muchos años se encontró con un profesor del colegio y le dijo que había ingresado en los dominicos éste le comentó: muy bien, así serás un dominico mejorado, porque tendrás el espíritu de los jesuitas y el de los domini­cos. Yo no sé si es un dominico mejorado, pero lo que es evidente es que es un hombre y un cristiano fuera de serie.
Nosotros hemos querido saber algunas cosas más sobre cómo se gestó la idea de crear esta Universidad de la Experiencia, le formulamos algunas preguntas cuyas respuestas son las siguientes:

¿Cómo surgió la idea de fundar la Universidad de la Experiencia?

Para dar voz universitaria ante la sociedad a casi siete millones de mujeres y hombres que tienen, en España, más de cincuenta y cinco años.

¿Podría ampliarnos un poco más su respuesta diciéndonos qué es lo que usted espera de esta Universidad?

Sí. Espero que estos posibles universitarios puedan ser útiles a los demás, y responder a las necesidades de los tiempos actuales.

¿Por qué este título de «Universidad de la Experiencia»?

Porque la mujer y el hombre que tienen más de cincuenta y cinco años tienen una experiencia innegable por el hecho de haberlos vivido. Todos los posibles alumnos de esta Universidad lo son porque poseen un haz de experiencias, y lo son en función de esas experiencias, y no de ninguna otra medida.

¿Piensa usted que esta Universidad está enfocada en el sentido que la concibió?

Sí, y me atrevo a decir que la mejoran los que viviéndola, la hacen.

¿Añadiría o quitaría algo a los planes de formación que ha estableci­do la Universidad Pontificia?

Me sumo a las palabras del Excmo. y Magco. Rector Don José Manuel Sánchez Caro en el Aula Magna de esa Universidad el 17 de diciembre de 1994, según las cuales el año que viene acabarán los pri­meros universitarios, y es preciso estudiar el modo de continuar con una formación permanente.

¿Tuvo que vencer muchas dificultades hasta ver puesta en marcha su idea de crear esta Universidad?

Si pasé muchas o pocas dificultades, no tiene importancia, si ello ha propiciado el hecho de que ya existan en España Universidades de la Experiencia para gentes que, teniendo esta mínima edad de cincuenta y cinco años, quieran dar vida a los muchos años que aún puede tocarles vivir.

¿Por qué sólo para mayores, y no como otras Universidades donde asisten juntos jóvenes y mayores?

El ser humano ha nacido en serio, y en la época que recibió el bene­ficio del nacimiento. A través del tiempo consiguieron los conocimien­tos y la experiencia, pero hoy necesitan integrar su vida en el progreso social, cultural y educativo. Eso es lo que debe proporcionarle esta Uni­versidad. Todo mayor también fue joven. A los jóvenes de hoy les lle­gará también esta necesidad de la Universidad de la Experiencia el día de mañana.

Qué beneficios cree que puede aportar esta Universidad a la socie­dad en general?

Al unir la experiencia que aportan los alumnos con los conocimien­tos del progreso que nos aporta la Universidad, se presta un gran servi­cio al ser humano. Siete millones de mujeres y hombres mayores que hoy hay en España, trabajando todos por los demás, aportando su fuer­za cualificada de ayer al progreso de hoy, es un beneficio tan generoso que, de tener que pagarlo, no hay millones en el mundo, ni gozo perso­nal tan grande.

Quiere decirnos ¿cómo le gustaría al Padre Bartolomé que lo vieran «sus hijos» los universitarios de la Universidad de la Experiencia?

Como un hombre que quiso servir a los demás, aunque nunca lo pudiera conseguir. ¡Qué maravilla es la rosa, bella y piropeada, gracias al estiércol y al mimo que la hizo así, sin que nadie lo tenga en cuenta!

¿Quiere añadir alguna cosa más?

Sí. Gracias a los universitarios de la Universidad de la Experiencia. Gracias al profesorado de la Universidad de la Experiencia.
Gracias a la Universidad Pontificia de Salamanca.
Gracias a la Consejería de Bienestar Social de la Junta de Castilla y León.
Y de modo especial, quiero que se sepa que donde yo esté, intentaré que encontréis un amigo con amor sincero.


JESÚS HERNÁNDEZ CRIADO

 

ENTREVISTA AL ILMO. SEÑOR CONSEJERO DE SANIDAD Y BIENESTAR SOCIAL DE LA JUNTA CASTILLA Y LEÓN

 

Don José Manuel Fernández Santiago es abulense, de Arenas de San Pedro, y cursó los estudios de Derecho en la Universidad de Salamanca. Es Diplomado en la Escuela de Prácticas Jurídicas de Salamanca, con mención especial, y realizó los cursos de especia­lización en Derecho Internacional Público organizados por la Universi­dad de Toulouse (Francia), profundizando en el estudio de los modelos federales europeos.
En julio de 1992 obtuvo, por concurso, la plaza de Secretario Técni­co del Departamento de Educación y Cultura del entonces Preautonó­mico Consejo General de Castilla y León, y desde entonces lleva parti­cipando activamente en las tareas de Dirección de esta Autonomía. Hoy es Consejero de Sanidad y Bienestar Social, y Portavoz de la Junta de Castilla y León, y en calidad de tal ha tenido una participación muy destacada en la creación de esta Universidad de la Experiencia, sintién­dose muy satisfecho de haber colaborado a este nacimiento, según sus propias palabras recogidas en la entrevista que le hicimos en febrero de 1995.
¿Cuáles han sido las razones (sociológicas y políticas) por las que la Junta de Castilla y León decidió apoyar y financiar el proyecto de la Fundación del Hombre, sobre la Universidad de la Experiencia?

Tengo que decir que desde un primer momento, la Junta de Castilla y León se entusiasmó con esta iniciativa. En primer lugar, por lo que tenía de novedoso, pero fundamentalmente por la gran oferta que se estaba haciendo a las personas mayores: la posibilidad de cursar unos estudios en la Universidad, incrementando su bagaje cultural, teniendo en cuenta que muchas de estas personas nunca tuvieron oportunidad de recibir una buena formación. Las razones fueron, por tanto, múltiples: una oferta interesante, una idea distinta, y una oportunidad para que las personas mayores encuentren un sentido a su retirada del mundo labo­ral activo. Pero la fundamental es que nunca hubiéramos desoído una propuesta dirigida al colectivo de personas mayores, que en Castilla y León supone el 20% de la población total, con algunas provincias como Soria y Zamora que se sitúan entre las más envejecidas de España. Por cierto, en esta última provincia se ha puesto en marcha ya la Universi­dad de la Experiencia, programa que celebró su primer curso académico en Salamanca, en la Universidad Pontificia, y que, gracias al éxito obte­nido, en 1995 se ha extendido a otras provincias de la Comunidad: Valla­dolid, León y Zamora, con voluntad de extenderse al resto.

¿Por qué la Consejería de Sanidad y Bienestar Social y no la de Cul­tura para la puesta en marcha de este proyecto? ¿No se corre el peligro de que la Universidad de la Experiencia derive hacia un Club Social de Mayores, desvirtuando así el auténtico sentido de su creación?
En absoluto se corre un riesgo semejante. Entre otras razones, por­que ya existe un Club Social pensado para las personas mayores y que responde a todas sus demandas de ocio y tiempo libre el «Club de los 60», también creado por la Consejería de Sanidad  Bienestar Social y que , cuenta con una importantísima participación de personas mayores de toda la Comunidad Autónoma que encuentran en esta organización la posibilidad de hacer nuevas relaciones sociales, viajes, actividades cul­turales y de tiempo libre.. Por ello, no es ni mucho menos necesario que nuestros mayores acudan a la Universidad de la Experiencia con estos objetivos, puesto que ya disponen de un club social. En cuanto al por qué de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social, en lugar de la Con­sejería de Cultura, la razón es evidente: la Universidad de la Experien­cia es un aspecto más de la atención a las personas mayores, que es una competencia de la Dirección General de Servicios Sociales y, por tanto, de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social.

Lamentablemente el aspecto material (financiación) es algo inevitable para la feliz consecución y mantenimiento del proyecto. ¿Cómo se ha asumido por las distintas opciones políticas? ¿Existe consenso? ¿ Un posi­ble cambio político pudiera hacer peligrar el apoyo económico?
Nosotros, como es lógico, no podemos saber lo que hay en la mente de los otros grupos políticos sobre todas y cada una de nuestras acciones  de Gobierno. No obstante, dudo mucho que una iniciativa como ésta, que ha recibido una acogida por parte de las personas mayores que ha superado todas las previsiones posibles, fuera eliminada por otro grupo político si llegara a gobernar Castilla y León. Pero con todo y con eso, hay que decir que la Universidad de la Experiencia no ha reci­bido ninguna crítica por parte de los grupos de la Oposición y, además, por lo que a nosotros atañe, el apoyo a la misma está garantizado.
Entre los alumnos que próximamente finalizarán esta primera pro­moción de la Universidad de la Experiencia existe una natural y razo­nable inquietud por el futuro de la convivencia cultural que ha consti­tuído esta insólita «experiencia universitaria». ¿Se ha pensado en algún proyecto para paliar el vacío que, inevitablemente, ha de producirse al finalizar los compromisos académicos?

Nosotros no nos hemos planteado nunca la atención a las personas mayores de la Comunidad como una escalada de actividades con una continuidad de unas con respecto a las otras. Ni hemos considerado la Universidad de la Experiencia como un servicio al que deba seguir otro inmediatamente en una especie de escalada de ofertas para que las per­sonas mayores no tengan tiempo de aburrirse. Creemos que el plantea­miento es distinto. Antes no disponían de una oportunidad como ésta de dar sentido a la jubilación, al tiempo libre del que disponen cuando finaliza el periodo laboral que ha ocupado tantos años de su vida. Ahora sí la tienen, y pueden disfrutar de unas horas de instrucción en múlti­ples disciplinas o pueden recordarlas nuevamente. La atención que se dispensa a las personas mayores desde La Consejería de Sanidad y Bie­nestar Social de la Junta de Castilla y León es integral, y no se circuns­cribe sólo al apartado cultural, dentro del cual, pensamos que lo que se está haciendo en la actualidad, es una labor muy positiva.
Por último, unas palabras para este modesto libro que no tiene otra pretensión que la de exponer, muy sucintamente, algunas vivencias de esta recien nacida Universidad.

Para mí la Universidad de la Experiencia es un motivo de orgullo y una esperanza de futuro. Creo que la Junta de Castilla y León acertó al escuchar y después apoyar sin reservas este Proyecto que nos llegó a través de la Fundación del Hombre, y hemos recogido los frutos de esa decisión sólo con comprobar el entusiasmo con el que las personas mayores de nuestra Comunidad han demandado información y han acu­dido, se puede decir que en avalancha, a presentar solicitudes para inscribirse en este programa. Esa no puede ser sino una gran alegría para todos nosotros. Es una esperanza de futuro porque yo también aspiro a alcanzar la madurez, la Tercera Edad, y me gustaría que, para entonces, se me ofrezca a mí también esta oportunidad, u otra semejante, que enri­quezca esa nueva fase de mi vida. Por tanto, estamos trabajando en nues­tro propio futuro. Tratamos de ofrecer ya aquello que deseamos para nosotros mismos.
Con la pregunta anterior pensábamos haber cerrado esta entrevista, pero dada su buena disposición para complacernos, lo que agradecemos, nos atrevemos a formularle alguna más.
Sabemos que en un principio se pensó que esta Universidad funciona­se en régimen de Fundación, pero que luego se decidió hacerlo mediante convenios sucesivos entre la Universidad Pontificia y la Junta. ¿No hubiera dado más estabilidad hacerla depender de una Fundación que de unos convenios, convenios que luego hay que renovar periódicamen­te, con el riesgo de que en algún momento no haya entendimiento?
Siempre se pensó crear algo estable y cuyo funcionamiento se fuera consolidando con el tiempo. La entrada de la Universidad Pontificia daba esta seguridad que no hubiéramos encontrado a través de otras formas jurídicas. La Fundación tenía el inconveniente de que, al par­tir esta idea de otra Fundación —la Fundación del Hombre—, era como una especie de superposición de una Fundación sobre otra, y por eso sin descartar otras modalidales que puedan adoptarse en el futuro, cremos que por ahora está suficientemente garantizada su con­tinuidad en razón de quienes amparan el proyecto. Quienes amparan los proyectos dan, a veces, seguridades que no puden dar las estruc­turas jurídicas.
Hay algo en sus declaraciones que nos ha dejado un poco perplejos. ¿Podíamos formularle una última pregunta para aclararlo?
Adelante.
Cuando le preguntamos si tenían algún proyecto para paliar el vacío que se producirá al finalizar los estudios, su respuesta fue que no han considerado la Universidad de la Experiencia como un servicio al que debe seguir otro. ¿Quiere decir eso que todo va a acabar ahí?
Yo creo que hay infinidad de cosas que podemos hacer. Si creemos de verdad que el espíritu que hizo nacer esta Universidad es el atender a las personas mayores de cincuenta y cinco años, tan numerosas hoy en nuestra Comunidad, tenemos que buscar algún medio para que par­ticipen en la sociedad de forma activa. Sería un enorme error prescindir de los mayores, porque, entre otras cosas, tienen que introducir lo que yo más les reconozco, que es su experiencia y su tolerancia. Esa la intro­ducen ustedes, los mayores, casi sin darse cuenta, en la educación de los pequeños. Esa por sí sola ya es una participación muy importante. La Junta, y yo en su nombre, estamos abiertos a toda clase de sugerencias que ustedes puedan plantearnos en este sentido. De hecho ya hay volun­tariados en los que estamos trabajando, y en los que tienen cabida todos aquellos que quieran colaborar.

                                              ANGEL ADRIAN ORTIZ

 

     ENTREVISTA AL EXCMO. SR. RECTOR DE LA UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE SALAMANCA

Don José Manuel Sánchez Caro es el actual Rector Magnífico de la Universidad Pontificia de Salamanca, y bajo su mandato se creó la Universidad de la Experiencia.
Nació en Avila en 1940, y su curriculum vitae, muy resumido es el siguente:
Estudios:
— Bachiller en Teología (Univ. Pontificia de Salamanca)

  1. Licenciado en Teología (Univ. Gregoriana de Roma)
  2. Licenciado en Sagrada Escritura (Pontificio Instituto Bíblico de Roma)
  3. Doctor en Teología (Univ. Gregoriana de Roma)

Docencia:
Fue profesor de Teología en el Seminario Diocesano de Ávila (1964­1970).
Comienza su docencia en la Universidad Pontificia de Salamanca en el año 1970, como Profesor Adjunto de Sagrada Escritura hasta 1983.
En 1984 pasa a Profesor Agregado de Sagrada Escritura en la Facul­tad de Teología hasta 1989, año en que accede a Catedrático de Intro­ducción a la Sagrada Escritura.
Cuenta con numerosas publicaciones sobre temas de su especialidad.
Cargos:
De 1977 a 1980 fue Rector del Seminario Diocesano de Ávila. Vicedecano de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca de 1981 a 1984.
Decano de esa misma Facultad de 1987 a 1989.
Rector de la Universidad Pontificia de Salamanca desde 1989.

Entrevista

¿Qué movió a la Universidad Pontificia a recibir en sus aulas a la Universidad de la Experiencia?

Se trataba de una iniciativa que, como es sabido, partía de la «Fun­dación del Hombre», presidida por el Padre Bartolomé Vicens, una Fun­dación que ha luchado mucho por hacer cada vez más humana y más provechosa la vida de los mayores. La Consejería de Sanidad y Bienes­tar Social de la Junta, a través de la Dirección de Servicios Sociales, fue quien nos propuso participar en este proyecto.
Yo les puedo decir, con toda seguridad, que ha sido una de esas iniciativas en las que no he dudado ni un momento. En primer lugar me parecía que era una iniciativa que venía a responder a una necesidad, en Castilla y León tenemos un tanto por ciento muy elevado de personas mayores de cincuenta y cinco años, y además es creciente. A mí me pareció que era una buena oportunidad para integrar a los mayores en nuestra Uni­versidad. En segundo lugar, se trataba de una iniciativa que tenía como base unos presupuestos humanistas muy cercanos a lo que es la manera de pensar de esta Universidad: la estima de la persona en todos y cada uno de los momentos de su vida. Estas fueron las razones principales que nos movieron a embarcarnos en este proyecto
Nos pareció que era una buena iniciativa en una Universidad que tiene un conjunto de titulaciones de Ciencias de la Educación bastante completo. Al mismo tiempo que suponía una experiencia nueva, supo­nía también un campo de prácticas para nuestros estudiantes de Educa­ción Social, con los que ustedes ya han tenido contactos. Son estudian­tes que se están preparando, en gran parte, para la animación sociocultural en una sociedad en la que la mayor parte de la gente con tiempo libre van a ser los mayores
¿ Cómo ve el Rector a estos alumnos tan especiales de la Universidad de la Experiencia?

Una Universidad normalmente está orientada a la gente joven. El tener un grupo cada vez más consistente de gente mayor nos está haciendo abrir a nuevas formas de enseñanza y estamos descubriendo nuevos intereses de personas. Nuestra Universidad Pontificia tiene unas grandes posibilidades de hacer rentable todo lo que aquí se enseña con un grupo de personas mayores que ni habían soñado estar en la Universidad, y en las que nosotros tampoco habíamos pensado que fueran nuestros alumnos. Es por tanto un campo nuevo, un campo que proba­blemente será cada vez más amplio, y que nos permitirá conseguir una experiencia de gran interés. Y aún más, yo creo que una de las cosas importantes que han aportado los alumnos de la Universidad de la Experiencia, y los cursos como tales, es la capacidad de iniciativa de estos alumnos, capacidad que para nosotros era casi insospechable. Des­cubrimos que no solamente vienen a nuestras clases, que no solamente agradecen que se les den unos conocimientos y se les faciliten unas acti­vidades, sino que también son capaces ellos de tomar iniciativas y empu­jar a la Universdad. El hecho de querer editar un libro es un ejemplo de ello
¿Cree usted que las actuales asignaturas son susceptibles de cambios, como por ejemplo incluir temas que vayan surgiendo sobre la actuali­dad?
En primer lugar, el Plan de Estudios, aunque aparentemente es una cosa muy simple y sencilla, es algo que se ha estudiado mucho y que no debe cambiar por las buenas. Sólo debe cambiarse cuando haya razo­nes serias; de otra forma ni los profesores se centran, ni nosotros crea­mos el tipo de docencia y el tipo de alumnado que queremos. Por con­siguiente hay que tener sumo cuidado en el cambio de los Planes de Estudios. Ahora bien, estamos empezando y vamos a terminar el pri­mer ciclo precisamente este curso; yo creo que es un buen momento para hacer una primera revisión. No creo que cambiemos mucho, entre otras cosas porque este Plan de Estudios tiene una gran ventaja, y es que deja un gran, margen a lo que llamamos materias optativas, y estas por supuesto se pueden cambiar. El hecho de disponer de una gama amplia de estas materias nos permite mantener mas fijas las asignaturas obligatorias.
¿Podrían ser ampliados los dos cursos actuales, o establecer activida­des complementarias una vez finalizados estos estudios?
Una buena ampliación podría ser la que hemos hecho este año exten­diendo las actividades académicas a las provincias de León, Zamora y Valladolid, ¿Nos interesa tener más cursos? Yo creo que no. Creo que de lo que se trata es de abrir la Universidad a más personas, que se sumerjan durante una temporada en ella y que les lleve a enriquecer su vida. Por consiguiente no parece que tenga sentido, de momento, pro­longar más años la actividad académica como tal.
Hay otras cosas de las que yo he hablado bastantes veces, y es que naturalmente estoy dispuesto a apoyar cualquier iniciativa que surja del entorno de la Universidad, bien a propuesta de los alumnos o de la propia Universidad. Yo les propuse, y mantengo la propuesta, la posibilidad de llevar adelante todo un Departamento nuevo que sería el de los «Amigos de la Universidad» y el de los «Antiguos alumnos». Esa sí que es una tarea que los alumnos pueden hacer. A través de la Asociación de Antiguos Alumnos se pueden crear actividades comple­mentarias.
¿Se podría llevar la experiencia adquirida por los alumnos al medio rural a través de breves cursillos o charlas que podrían patrocinar los Ayuntamientos u otras Instituciones?

Esta sería precisamente una de las iniciativas de los alumnos que saliesen de la Universidad de la Experiencia. Nosotros no podemos hacer eso directamente porque ya tenemos bastante que hacer. Pero si un grupo de alumnos nuestros crea una iniciativa de este tipo pueden estar ustedes seguros que la Universidad lo apoyará, y no habrá incon­veniente en que esas actividades se programen con la ayuda de los pro­fesores de la Universidad de la Experiencia, e incluso si ustedes hacen un ciclo de charlas o actividades en algún determinado momento podrá estar allí algún profesor. Es una pregunta que ustedes me hacen y que yo les devuelvo. Sean creativos, sean capaces de hacer eso y la Universi­dad estará detrás. Se lo aseguro.
¿Cree que sería conveniente hacer algún tipo de selección para el ingreso en esta Universidad, o piensa que es suficiente con tener más de cincuenta y cinco años?
A mí me parece que ni podemos ni debemos hacer selección. porque precisamente uno de los atractivos y de los fines de esta Universidad es dar una oportunidad abierta a todos; a los que nunca pisaron una uni­versidad y a los que hace mucho tiempo que estuvieron en ella. Desde el momento en que nosotros empezásemos a poner condiciones restric­tivas, esta sería otra cosa. Probablemente más eficaz, quien sabe, pero no sería la Universidad de la Experiencia abierta a todos los mayores. Por eso hemos puesto, como única condición, la de ser mayores de cin­cuenta y cinco años, aunque naturalmente hay una segunda condición, que es la de tener ganas e ilusión de aprender cosas, pero esa no la pre­guntamos porque se supone que ya la tiene quien se matricula. ¿Otras condiciones? Ninguna, absolutamente.
¿Qué futuro ve a esta Universidad?

El futuro de la Universidad de la Experiencia depende de varios fac­tores. En primer lugar de los alumnos, y éstos creo que los tenemos garantizados durante muchos años, quizá más de los que podamos vivir quienes estamos interviniendo en esta entrevista, no vamos a tener tasa de disminución de alumnos. Esto nos lo dicen los estudios sociológicos. Más bien será al revés. La vida se está prolongando; mejoran sus condi­ciones y mejora el rendimiento de las personas mayores. Esto hará que no falten alumnos, y eso es lo más importante. En segundo lugar, creo que contaremos con los medios económicos para llevar adelante el pro­yecto. Afortunadamente no es una actividad muy cara, y creo que la Junta de Castilla y León está dedicando a este programa un dinero muy bien empleado. Si las actividades creciesen no creo que fuera muy difícil encontrar otros patrocinadores que colaborasen con esta idea. Por tanto desde este punto de vista tampoco hay razón para poner en solfa el futu­ro de esta Universidad. Y, en tercer lugar, por parte de la Universidad Pontificia, mientras esta experiencia vaya de una manera tan positiva como va ahora, no solamente no tenemos razón para no dedicar recur­sos a ello sino que lo que tenemos que hacer es seguir estudiando cómo rentabilizar los medios de que disponemos.
Por consiguiente, yo creo que el futuro está bastante garantizado dentro de lo que los humanos podemos garantizar, que por ser huma­nos no podemos hablar de cosas eternas. Yo creo que puede garantizar­se con bastante fuerza para una serie de años. En resumen, su futuro depende de la voluntad de quienes financian estos cursos, con la posibi­lidad, como hemos dicho, de encontrar otros nuevos si fallan los actua­les; de la voluntad de seguir acogiéndolos en esta Universidad Pontifi­cia, que en este momento y en este sentido está garantizada, y, naturalmente, de que haya alumnos que tengan interés por participar en estas actividades.
¿Qué opina sobre la difusión que está teniendo esta iniciativa en otros lugares tan lejanos como Argentina, o en otras provincias de nuestro país como Valencia, Granada etc.?

Naturalmente es siempre halagador que haya desde sitios muy diver­sos personas, y personas muy cualificadas, que consideren que la idea merece llevarse a cabo. Lo que tenemos nosotros que hacer, a partir de ahora, y sobre todo a partir de la finalización de la primera promoción, será estudiar a fondo todo lo que hemos hecho, revisarlo, y elaborar un pequeño escrito que contenga lo que es verdaderamente la Universidad de la Experiencia: sus ideas eje, su sistema pedagógico, sus materiales y sus programas. Me parece que sería muy positivo el que a partir de estos materiales y de esta reflexión pudiéramos asesorar a otros Centros y a otras Universidades para que ellos las pusieran en marcha.¡Ah! y por supuesto no le vamos a cobrar derechos de autor.
Finalmente, ¿cómo ve a la Universidad de la Experiencia: como cen­tro dedicado a enseñar a los mayores o como centro dedicado a entrete­nerlos?

Ninguna de las dos cosas. Yo creo que los mayores cuando vienen aquí ya están formados; pretender enseñar a los mayores es excesivo, y la Universidad como centro de entretenimiento no es bueno. Para entre­tenimiento ya hay otras iniciativas, todas muy laudables, tales como Centros de la Tercera Edad que les permiten pasar la tarde con un café y ver a los amigos, o echar una partida con ellos, o hacer excursiones organizadas por el INSERSO o la Junta de Castilla y León. Ninguna de estas cosas son objetivo de la Universidad de la Experiencia, ya que ésta nace con otra idea. Hay mucha gente mayor que lleva una vida inte­resante, pero hay otras que llevan una vida rutinaria y quieren abrirse a nuevas ideas, a nuevas actividades; hay otra gente que quiere descubrir nuevas dimensiones en su vida y hacerlas útiles a la sociedad en la que están. A éstos les decimos que dialoguen con nosotros, que estudien un poquito con nosotros, y que participen en nuestras actividades; con ello les vamos a ayudar a descubrir esas nuevas dimensiones para que se hagan útiles y se sientan más a gusto en la vida. ¿Es esto formación? Por supuesto que lo es, pero también es muchísimo más. ¿Es entreteni­miento? También lo es, pero también es muchísimo más que eso. Lo que queremos ofrecer con la Universidad de la Experiencia no es ni entretenimiento ni formación son las dos cosas y más. Queremos abrir una ventana y dar un nuevo sentido a la vida de los que tienen más de cincuenta y cinco años

ANTONIO AGUSTIN CORRAL

 

ENTREVISTA A LA DIRECTORA DE LA UNIVERSIDAD DE LA EXPERIENCIA

La Directora de la Universidad de la Experiencia es Dª Adoración Holgado Sánchez, nació en Salamanca y en esta ciudad ha tenido siempre su residencia.
Después de aprobar la Oposición como Maestra Nacional comienza los estudios de Pedagogía en la Universidad Pontificia de Salamanca, una vez Licenciada inicia los cursos de Doctorado y los estudios de la Diplomatura en Psicología a la vez que comienza las tareas docentes como Profesora Ayudante de Historia de la Educación.
Durante varios años fue profesora Encargada de Cátedra impartien­do clases de Didáctica General. En 1986 pasa a Profesora Agregrada y en 1993 accede a Catedrática de Didáctica General de la Facultad de Pedagogía de la Universidad Pontificia.
Profesionalmente,-también ha estado vinculada, durante más de quin­ce años, al Instituto de Ciencias de la Educación (I.C.E) de la Universi­dad de Salamanca, primero en Comisión de Servicios y posteriormente como Profesora Asociada.
Ha sido Vicedecana y Decana de la Facultad de Pedagogía de la Uni­versidad Pontificia de Salamanca.
¿ Cuándo, por qué y cómo se vincula usted a la Universidad de la Experiencia?

¿Cuando y por qué? En el mes de junio de 1993. En aquel año yo era la Decana de la Facultad de Pedagogía y el Sr. Rector pensó que esa Facultad era la más adecuada para opinar sobre un proyecto, que se puede considerar como educativo o de desarrollo comunitario, cuyodiseño corresponde a la temática de algunas materias de la Facultad de Pedagogía.
¿Cómo?: A finales del curso 1993 que es cuando la Consejería de Sanidad y Bienestar Social oferta a la Universidad Pontificia un proyec­to llamado Universidad de la Experiencia sobre el cual ya se había tra­tado en una reunión celebrada en Valladolid y a la que asistió, como representante de la Universidad Pontificia, el Decano de la Facultad de Derecho Canónico, profesor Juan Luis Acebal Luján que consideró que el proyecto era viable, desde el punto de vista administrativo, a través de un Convenio.
Para informar sobre la viabilidad académica, el Sr. Rector me pidió que, como Decana de la Facultad de Pedagogía, lo estudiara y le diera mi opinión. A mí el proyecto me pareció que era, no sólo viable sino también interesante, oportuno e incluso necesario.
El siguiente paso fue una reunión del Profesor Acebal y yo, como representantes de la Universidad Pontificia con Don Tomás García, representante de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social de la Junta de Castilla y León. La reunión fue un intercambio de opiniones coinci­dentes que facilitó el que se iniciaran las actividades de la Universidad de la Experiencia a comienzo del curso 1993-94. Yo me comprometí a enviar el Plan de Estudios antes del 9 de agosto y Don Tomás García a mandarnos el Convenio que deberían firmar el Ilmo. Sr. Consejero, Don José Manuel Fernández de Santiago y el Exmo. Sr. Rector, Don José Manuel Sánchez Caro.
¿Por qué dice que la Universidad de la Experiencia era necesaria?

Creo que un programa de estudios como el que se estaba planteando respondía, en alguna medida, a una necesidad tanto social como univer­sitaria:
Social: Porque el aumento del número de personas mayores en bue­nas condiciones físicas y mentales, y con una esperanza de vida cada vez más larga, obliga a que la sociedad y sus instituciones se planteen la necesidad de realizar ofertas diversificadas para dar respuestas a la varie­dad de situaciones e intereses de las personas de más de 55 años. Así junto a la variedad de ofertas asistenciales, de ocio u otras, también deben diversificarse las ofertas culturales, tanto en contenidos como en nivel, y potenciar la participación activa de estas personas, porque estamos con­vencidos que la sociedad no puede permitirse el lujo de prescindir de su experiencia.
Y digo que es también una necesidad y una obligación universitaria: porque si la Universidad es el principal Centro depositario de la cultura científica, tecnológica, de los valores éticos, sociales  etc. La propia Uni­versidad deberá:
1.- Desarrollar y hacer avanzar ese legado cultural a través del estu­dio y la investigación.
2.- Transmitirlo a las nuevas generaciones y a la sociedad:

  1. formando profesionales competentes a través de las titulaciones que oferta, y
  2. mejorando el nivel cultural y/o potenciando los valores de con­vivencia, de tolerancia, de participación etc., de la sociedad en la que está inmersa y de la cual forma parte.

En esta última línea se enmarca este programa universitario para mayores, el cual beneficia, no sólo a las personas que acuden a sus aulas sino también a la propia Universidad que ve proyectada su acción cultural, científica e investigadora a otros sectores de la socie­dad, que demandan sus servicios, diferentes de aquellos a los que habitualmente se orienta la actividad docente universitaria. Atender a estas personas mayores es una de las formas de «universalizar» la cultura.
Por lo que ha señalado anteriormente la Universidad de la Experien­cia se vinculó a la Facultad de Pedagogía. ¿ Qué tipo de vinculación tiene ahora con esa u otra Facultad?
Creo que la Facultad de Pedagogía era la más adecuada para ela­borar el diseño de un programa de estudios de este tipo, y en el pro­pio diseño se contempla la conveniencia de que estos estudios sean multidisciplinares, en los que deben implicarse las diferentes Faculta­des, Escuelas e Institutos Superiores de la Universidad. Por ello nos pareció más adecuado que el desarrollo de la Universidad de la Expe­riencia fuera un programa interfacultativo con dependencia directa del Rectorado de la Universidad y no de una Facultad en concreto.
¿Se siente satisfecha de la marcha de la Universidad de la Experien­cia en estos tres años de andadura?

Sí, han sido tres años de trabajo pero realizado con ilusión por todos los que estamos implicados en los primeros pasos de este Programa. Yo he vivido la puesta en marcha de esta actividad como un reto, creía que la propuesta era buena y había que demostrarlo. Al reflexionar sobre lo que hemos venido realizando, me siento satisfecha de que el entusiasmo haya sido compartido, y eso compensa en parte, algunas posibles defi­ciencias de la nueva y «original» propuesta académica.
De estos primeros años destacaría la prioridad que hemos dado al tercero de los objetivos propuestos en la Universidad de la Experiencia Profundizar y/o divulgar diferentes campos de la cultura, y yo justifica­ría esta prioridad porque era necesario destacar el caracter universitario que podía darse a un programa en el que se admitía a personas de muy diversa formación académica previa, y demostrar o comprobar que eso era posible.
Ahora debemos plantearnos diferentes formas para potenciar la con­secución de los otros objetivos: El intercambio de conocimientos y expe­riencias entre personas mayores que será el nuevo reto del próximo curso y para lo que ya hemos comenzado a diseñar propuestas integradas en la propia organización de los cursos.
En cuanto al objetivo que hace referencia a Fomentar la participación de los mayores en la sociedad actual debemos mejorar y seguir creando las condiciones adecuadas a lo largo de los dos años de estudio, y las propuestas de participación surgirán de las Asociaciones Confederadas de Antiguos Alumnos.
Finalmente ¿cómo ve el futuro de la Universidad de la Experiencia?

Los programas Universitarios para mayores, creo que en un futuro no lejano van a generalizarse en nuestra sociedad por diversas razones de las cuales solo indicaré dos:
— La cantidad: El número de personas que superan los 60 años en la sociedad occidental, y por supuesto en España, representa un porcentaje considerable de la población. Sólo por razón de su número este colecti­vo tiene suma importancia desde diversos puntos de vista, tales como políticos, económicos, sociales, sanitarios, educativos, etc.
— La variedad: Si en todos los grupos de edad, aunque tengan carac­terísticas comunes, existen múltiples diferencias individuales, en el grupo de personas mayores de sesenta años esas diferencias son mucho mayo­res debido en gran parte a:

  1.-la amplitud de ese tramo de la vida, que con el aumento de la expectativa de vida puede ampliarse a treinta años más (un tercio de la vida de algunas personas).
2.- a numerosos factores de tipo cultural, físico, sanitario, económico, familiar, educativo, etc. que han ido configurando la propia biografía personal, la situación presente y las expectativas de futuro.
Aunque sólo tuviéramos en cuenta estos dos motivos, es evidente que una sociedad desarrollada y democrática debe facilitar, también a las personas mayores, formas diferenciadas de ayuda, de asistencia si es preciso, pero también opciones que potencien la adaptación y la partici­pación en una sociedad en continuo cambio.
Entre estas ofertas diversificadas los programas universitarios serios, y la Universidad de la Experiencia lo es, tendrán cada día más demanda por las características y motivaciones de muchas de las personas que se van integrando a ese colectivo de personas mayores de 55 ó 60 años.

                                                                                          Mª TERESA RAMOS BERNAL

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