TEMA 3:   FUNDAMENTOS DE NUESTRA FE

 

3.1 Cuál es el fundamento de nuestra fe

Muchos definen la fe como la adhesión personal y libre a los dogmas de las diversas religiones, los cuales (dicen ellos) no gozan de evidencia ni de demostración científica. Es cierto que la existencia de Dios y de los dogmas no gozan de demostraciones empíricas, pero hay otras vías (las experiencias vividas) que nos llevan al conocimiento de las cosas, y que nos dan tanta certeza sobre sobre su existencia como puedan darla las llamadas certezas científicas.
Al no gozar del certificado empírico  la creencia de que Dios existe, muchos se dedican a criticarla tachándola de percepción distorsionada, y hasta perjudicial para la sociedad. Entre estos tenemos a R. Dawkins y a Bertrand Russell. El primero describe la fe como “una creencia sin evidencia; un proceso activo de no pensar, algo que degrada nuestro entendimiento del mundo natural al permitirle a cualquiera realizar una declaración sobre la naturaleza que está basada únicamente en sus pensamientos personales y sus percepciones posiblemente distorsionadas”. Bertrand Russel va también por este camino y dice que hablamos de la fe cuando sustituimos la evidencia por la emoción, y añade que toda fe es dañina porque ninguna puede defenderse racionalmente.
Nosotros creemos que quienes piensan que la fe que profesamos los cristianos no puede defenderse racionalmente es porque no conocen su verdadera historia, o porque quieren ir contra ella por el motivo que sea. Ya San Pedro decía a sus fieles: “Dad razones de vuestra esperanza, (de vuestra fe), y Ratzinger (Benedicto XVI) en el Prefacio de Luz del Mundo dice que la fe de la Iglesia puede y debe ser explicada porque es racional. No son creencias sin evidencias, como dicen éstos y otros autores, son creencia basadas en hechos reales vividos por muchos hombres, en muchos lugares y en épocas muy diferentes.
Los apóstoles no inventaron los hechos que narran, son hechos que ellos vivieron, y murieron en el martirio por defender que eran ciertos porque ellos eran testigos de eso. ¿Por qué dieron su vida por defender que Cristo había resucitado? ¿Por ganarse la vida? ¿Por ganar prestigio o dinero? ¿Porque estaban todos locos?  Nadie ha podido aportar ningún argumento medianamente creíble que fuera por alguna de estas cosas.

3.2 Importancia de dar hoy razones creíbles de nuestra fe

En un comentario hecho por José Manuel Vidal sobre el éxito de Kiko Argüello en el Camino Neocatecumenal decía que uno de sus aciertos estaba en haber creado un catecumenado para que la gente pudiera pasar de la fe del carbonero a una fe ilustrada, convencida, y convincente. Es decir, en algo tan de sentido común como explicar a la gente las razones de su fe. Yo no soy experto en estas cuestiones, pero a mi edad provecta tengo la impresión de que llevamos demasiado tiempo poniendo el carro delante de los caballos, y el carro no anda. Nos esforzamos por enseñar qué es lo que dijo Cristo, y qué es lo que dice la Iglesia, pero se nos ha olvidado darles razones lógicas de por qué es creíble lo que dice la Iglesia y lo que dicen los Evangelios. Sin éstas razones el carro no puede ponerse en marcha. Las razones que damos habitualmente para esto son que las Escrituras están inspiradas por Dios, y para que crean en la Iglesia decimos que Cristo garantiza su infalibilidad, pero el problema está en que las personas a quienes decimos estas cosas no están convencidas de que Dios exista, y en consecuencia tampoco puede creer que haya alguien que pueda ser Hijo de Dios, ni que Dios haya inspirado nada.
Yo creo que el verdadero problema de hoy es que falta el convencimiento pleno de que exista otra vida después de ésta y un Dios que premie o castigue nuestros comportamientos. Si no se cree que Dios existe, o se duda seriamente de que exista (que es lo que parece que pasa a gran escala en nuestra sociedad de hoy) se viene abajo todo el andamiaje de la religión.  Hoy abundan más que nunca en los medios de comunicación argumentos que niegan la existencia de Dios, y si quienes defendemos su existencia no acertamos a exponer mejores razones que quienes lo niegan, es normal que la gente se vaya con ellos y no con la Iglesia.  Yo me he encuentro a diario con muchos que practican nuestra religión “por si acaso”, o “porque no digan” (la familia o la gente de su entorno), o simplemente porque se encuentran bien haciendo lo que hacen, pero dudan seriamente de que Dios y la otra vida sean una realidad. Si a éstos no les damos razones lógicas y convincentes para que crean en Dios, serán claros candidatos a dejar de ir a la iglesia y a pasar engrosar la abundante masa de los que hoy viven como si Dios no existiera.

3.3 La fe como respuesta a la revelación de Dios.

Los teólogos definen también la fe como respuesta del hombre a la revelación divina. Dios se manifestó a los profetas y a los patriarcas en el Antiguo Testamento, y más tarde se reveló a los hombres por medio de su Hijo Jesucristo.  La respuesta por parte del hombre a estas revelaciones es la de creer a Dios y la de creer en Dios. ("credere Deum, credere Deo, credere in Deum, que dice San Agustín)

3.4 La oración y la fe.

La oración ha sido la piedra de toque que ha llevado a muchos a creer en Dios, y a no pocos a dejar de creer en Él al verse decepcionados por no conseguir lo que piden. Leía hace poco en una revista que un hombre defendía ante un sacerdote que eso de que Dios nos concederá todo lo que le pidamos en nombre de Cristo es una solemne mentira. Contaba  que en el proceso de su divorcio había pedido a Dios con todas sus fuerzas que su mujer no se marchase del hogar familiar, y esta lo abandonó a él y a sus hijos y se fue con otro. El sacerdote le respondió diciendo: Cristo no ha dicho que Dios sea un geniecillo a nuestro servicio, dispuesto a hacer siempre lo que le pidamos. Si así fuera, nosotros seriamos más que Dios, porque Él estaría a nuestras órdenes. Tú estás rezando mal, porque estás pidiendo a Dios que haga lo que tú quieres, no lo que sea mejor para ti. Nosotros podemos pedir lo que creemos que es mejor para nosotros, pero eso que pedimos puede ser malo para nuestra salvación, y si Dios nos lo concediera sabiendo que es malo para nosotros, sería un Dios perverso. Ningún padre que quiera bien a sus hijos da a éstos lo que le pidan si sabe que les va a hacer daño. Cuando Cristo enseñaba a rezar a los apóstoles les dijo: Así habéis de orar: Padre nuestro… hágase tu voluntad …. Eso es lo que tenemos que pedir en la oración, que se haga su voluntad. Dirás que para que haga lo que quiera no hace falta rezar. Te equivocas. El niño a quien su padre le ha negado cosas sigue pidiendo, porque sabe que la forma de conseguir algo es seguir pidiendo, y siempre termina consiguiendo algo.

3.5 ¿Es necesaria la fe para salvarnos?

Sí, con mayúsculas. No lo digo yo, ni lo han inventado los curas, esto lo dicen los evangelistas, porque eso es lo que afirmó Cristo:
El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea se condenará, (Mc 16,16).
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanecerá sobre él. (Jn 3,36)
El que no cree, ya está juzgado (Jn 3,18)

Citas de este tipo podemos encontrarlas abundantemente en los evangelios, pero conviene aclarar aquí que estas citas van dirigidas a aquellos que consciente y libremente rechazan a Cristo por acción o por omisión, no a quienes no son culpables de no conocerlo. 

                             

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