PUNTOS CONFLICTIVOS EN LA IGLESIA DE HOY

  Nadie mejor que el Papa para comentarnos los puntos conflictivos en la Iglesia, pues sobre él pesa la responsabilidad de orientar a sus fieles en estos temas. Veamos qué es lo que dice

  a) El celibato del sacerdote y la ordenación de la mujer                

P. La no posibilidad de la ordenación de mujeres en la iglesia católica está claramente decida por un non possumum  del magisterio supremo. Juan Pablo II hace referencia a la “constitución divina de la Iglesia y declara que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo. Los críticos ven en ello una discriminación. Afirman que Jesús no llamó al sacerdocio a mujeres sólo porque hace dos mil años habría sido  impensable.

  R. Esto es un disparate, ya que en aquel entonces el mundo estaba lleno de sacerdotisas. Todas las religiones tenían sus sacerdotisas, y era más bien asombroso que no las hubiera en la comunidad de Jesucristo, lo que, sin embargo, se encuentra a su vez en continuidad con la fe de Israel.

La formulación de Juan Pablo II es muy importante: la Iglesia no tiene «en modo alguno la facultad» de ordenar a mujeres. No es que, digamos, no nos guste, sino que no podemos. El Señor dio a la Iglesia una figura con los Doce, y después  en sucesión de ellos, con los obispos y los presbíteros (los sacerdotes). Esta figura de la Iglesia no la hemos hecho nosotros sino que es constitutiva desde Él, Seguirla es un acto de obediencia, tal vez ardua en la situación actual.  Pero justamente esto es importante, que la Iglesia muestre que no somos un régimen arbitrario.  No podemos hacer lo que queremos, sino que hay una voluntad del Señor para nosotros a la que hemos de atenernos aun cuando, en esta cultura y en esta civilización, resulte arduo y difícil.

  P. El celibato de los sacerdotes parece tener la culpa de todo. Trátese del abuso sexual, de los casos de abandono de la Iglesia, o de la falta de sacerdotes. Pero ahora hay más Obispos que recomiendan desarrollar más imaginación y un poco más de generosidad. para hacer posible, junto a la forma fundamental del sacerdocio célibe también el servicio de un hombre casado como sacerdote.

  R. Puedo entender que haya obispos que, en la confusión de la época, reflexionen también  al respecto. Difícil será después decir cómo tiene que ser tal coexistencia. Creo que el celibato gana en su importante carácter de signo y sobre todo también en su posibilidad de ser vivido si se forman comunidades de sacerdotes. Es importante que los sacerdotes no vivan aislados en alguna parte, sino que convivan en pequeñas comunidades, que se sostengan mutuamente y que, de ese modo, experimenten la unión en su servicio por Cristo y en su renuncia por el reino de los cielos y tomen consciencia siempre de nuevo de ello. El celibato es siempre, por así decirlo, un ataque a lo que el hombre piensa normalmente, algo que sólo es realizable y creíble si Dios existe y si, a través del celibato, lucho por el reino de Dios. En tal sentido el celibato es un signo de índole especial. El escándalo que suscita consiste también en el hecho de que muestra que hay hombres que creen en eso. En ese sentido, ese escándalo tiene también su lado positivo.

  b) Sobre la indisolubilidad del matrimonio católico

  P.  El Creador ha hecho al ser humano varón y mujer, dice Jesús, y lo que Díos ha unido no debe separarlo el hombre. Pero ya los primeros discípulos murmuraron sobre ese mandamiento.

  R Sí. Lo que se puede hacer sobre la indisolubilidad del matrimonio es, primero investigar más detalladamente la cuestión de la validez de los matrimonios. Hasta ahora el derecho canónico presumía que alguien que contrae matrimonio sabe lo que éste es. Presupuesto este saber, el matrimonio es válido e indisoluble. Pero, en la actual maraña de opiniones, lo que hoy se «sabe» (lo que hoy creen muchos)  es  que es normal romper el matrimonio. Hay que preguntarse, por eso, cómo se reconoce la validez y dónde son posibles las curaciones. Esto seguirá siendo siempre una lucha, y  dejar de mantener en alto el parámetro (la indisolubilidad) y ceder no elevaría a la sociedad en su nivel moral.

En este sentido existe una cierta tensión interior. La pastoral, entonces, tiene que buscar el modo de permanecer cerca de las personas individuales que se vuelven a casar y de ayudarlas, también en su situación, digamos, irregular, a creer en Cristo como su Salvador, a creer en su bondad, porque Él sigue estando siempre allí para ellos, aun cuando no puedan recibir la comunión. Y ha de ayudarlas a permanecer en la Iglesia aun cuando su situación no sea canónicamente congruente.

  c)  La comunión a los divorciados y la eucaristía

  P.         Los católicos que vuelven a casarse después de un divorcio están exclui­dos de la comunión eucarística. En una ocasión opinó usted que sobre esa regulación había que «reflexionar de forma más intensiva».

R.  Desde luego que hay que hacerlo. Por un lado está la certeza de que el Señor nos dice: el matrimonio que se ha contraído en la fe es indisoluble. Nosotros no podemos manipular esa palabra.  Debemos dejarla así, aun cuando contradiga las formas de hoy dominantes. Ha habido épocas en las que lo cristiano estaba tan presente que la indisolubilidad del matrimonio era la norma, pero en muchas civilizaciones no lo es. Los obispos de países del Tercer Mundo me dicen siempre de nuevo: «El sacramento del matrimonio es el más difícil de todos». O también : «Entre nosotros no ha tenido todavía ninguna llegada».

Poner este sacramento en acuerdo con las formas tradicionales  de convivencia actual es un proceso en el que está implicada la existencia entera , y una lucha cuyo resultado no puede forzarse. Abandonar la lucha en la defensa del matrimonio monógamo por esta razón, o interrumpir la, estaría en contradicción  con el  evangelio. 

  P. El hecho de que sólo los católicos tengan permitido participar de la eucaristía  es visto como exclusión y, por algunos, hasta como discriminación.  Según reclaman, no se puede hablar de la unidad de los cristianos si  ni siquiera se está dispuesto a celebrar en común junto al altar el testamento  de Jesús. ¿Qué dice el papa al respecto?  

R. No sólo la Iglesia católica, sino toda la Ortodoxia mundial enseña que sólo quien pertenece por completo a la fe puede recibir la eucaristía. Desde el Nuevo Testamento, como también desde los Padres apostólicos, está inequívocamente claro que la eucaristía es lo más íntimo de la Iglesia: la vida en el cuerpo de Cristo en la comunidad una. Por eso, la eucaristía no es un rito social cualquiera en el que se da un encuentro amistoso, sino expresión del ser en el seno de la Iglesia. Por eso, la eucaristía no puede separarse del requisito de la pertenencia, pues ella es, simplemente, el acto mismo de esa pertenencia.  

d)  la sexualidad en la iglesia de hoy

P.  La Iglesia católica apenas logra hacer comprensible su ética sexual. Un Obispo auxiliar emérito critica que las cuestiones de la sexualidad prematrimonial reciban de la Iglesia respuestas tales “que resulten a los hombres casi imposible de vivir y que ciertamente se viven también de otra manera”. (Antes el entrevistador ha hecho referencia a las declaraciones de una modelo top brasileña que afirma que hoy ya no hay ninguna mujer que llegue virgen al matrimonio)

  R. Ésta es un área de problemas importante. En este marco no podemos entrar a considerar los múltiples estratos y los detalles del asunto. Es correcto que muchas cosas en esa área deben ser pensadas de nuevo y dichas nuevamente. Pero, por otra parte, frente a lo que opina la modelo top y lo que piensan muchas otras personas, yo seguiría sosteniendo que la estadística no puede ser ya el parámetro de la moral. Ya es bastante malo que la demoscopia se convierta en parámetro de las decisiones políticas y se esté buscando con avidez: «¿Dónde consigo más seguidores?», en lugar de preguntarse: «¿Qué es lo correcto?».

Así, tampoco los resultados de las encuestas a cerca de lo que se hace, de cómo se vive, no son en sí mismos el parámetro de lo verdadero y lo correcto.

(Nota: Entendemos aquí que lo que el papa quiere decir es que la opinión publica, sobre todo si ha sido previamente manipulada, como suele oocurrir en lo político, no es el parámetro para fijar lo que es correcto o no) 

e)  Anticonceptivos

  P.  La píldora anticonceptiva es a su vez otro problema

R.  Sí. Lo que Pablo VI quería y lo que sigue siendo correcto  como visión importante es que, si se separan por principio sexualidad y fecundidad tal como sucede por la utilización  de la píldora, la sexualidad se vuelve discrecional. Entonces todos los tipos de sexualidad son también de igual valor. A esta concepción que considera la fecundidad como algo diferente, incluso con la posibilidad de que los niños sean producidos de forma racional y no se los vea ya como un regalo natural, siguió muy rápidamente la equiparación del valor de la homosexualidad.

Las perspectivas de Humanae Vitae siguen siendo correctas. Ahora bien, encontrar nuevamente los caminos para poder  vivirlas es algo diferente, pero no deberíamos tornar corno instancia contra la verdad el que esa elevada moral no se viva. Deberíamos intentar hacer todo el bien que podarnos y sostenernos mutuamente. Decir también todo esto en la pastoral teológica y en el contexto de la sexología y la antropología actuales de tal modo que sea comprensible es una gran tarea en la que se está trabajando y en la que  hay que trabajar todavía más y mejor.

f) La regulación de la concepción

P. ¿Rechaza realmente la Iglesia católica toda regulación de la concepción? Raquel Welch, actriz estadounidense, dice que la introducción de la píldora anticonceptiva hace cincuenta años ha llevado  al sexo sin responsabilidad, que debilita el matrimonio y la familia y conduce a «relaciones caóticas».

R.. No. Ya se sabe que la Iglesia acepta la regulación natural de 1a concepción, que no es sólo un método, sino un camino. Pues presupone que se tiene tiempo uno para el otro. Que se vive en una relación duradera. Y esto es algo fundamentalmente distinto que, cuando sin vínculo con otra persona, tomo 1a píldora para entregarme rápidamente al primer contacto que se presente.

  g)  La homosexualidad

  P  El  catecismo de la doctrina católica dice : “Un número apreciable  de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas  [...] Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida». Y ñade : «Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves, la Tradición ha declarado siempre que "los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados". ¿No hay en ello una cierta contradicción con el arriba expresado respeto frente a los homosexuales?

  R. No. Una cosa es que sean personas con sus problemas y alegrías; que, como seres humanos, aun teniendo en sí esa inclinación, merezcan respeto y no deban ser postergados por ese motivo. El respeto por el ser humano es totalmente fundamental y decisivo. Pero al mismo tiempo, otra cosa es el sentido interno que ha sido dado a la sexualidad. Si se lo quiere expresar de este modo, podría decirse que la evolución ha suscitado la sexualidad con el fin de la reproducción de la especie. Eso vale también desde la perspectiva teológica. El sentido de la sexualidad es llevar al hombre y a la mujer uno hacia el otro y, de ese modo, dar a la humanidad descendencia, hijos, futuro. Es una determinación interior que está en su esencia. Todo lo demás va contra el sentido interior de la sexualidad. Tenemos que sostener esto aun cuando no le guste a la época.

Se trata de la verdad interior de lo que significa la sexualidad en la estructura de la condición humana. Si alguien tiene inclinaciones homosexuales profundamente arraigadas —no se sabe hasta ahora si son realmente innatas o si surgen en la temprana infancia—, y en cualquier caso si ellas tienen poder en esa persona, tales inclinaciones son para ella una gran prueba, del mismo modo como otras pruebas pueden pesar sobre un ser humano. Pero eso no significa que, por eso, la homosexualidad sea correcta, sino que sigue siendo algo que está contra la esencia de lo que Dios ha querido originalmente.

  P. No es ningún secreto que también entre los sacerdotes y los monjes hay homosexuales. Recientemente causó gran revuelo un escándalo en torno a pasiones homosexuales de sacerdotes en Roma. 

R. La homosexualidad no es compatible con la vocación sacerdotal. Pues entonces el celibato no tiene ningún sentido como renuncia. Sería un gran peligro si el celibato se convirtiera, por así decirlo, en ocasión para introducir en el sacerdocio a gente a la que, de todos modos, no le gusta casarse, porque en última instancia también su postura ante el varón y la mujer está de alguna manera modificada, desconcertada, y en cualquier caso no se encuentra en la dirección de la creación de la que hemos hablado. La Congregación para la Educación Católica emitió hace algunos años una disposición en el sentido de que los candidatos homosexuales no pueden ser sacerdotes porque su orientación sexual los distancia de la recta paternidad, de la realidad interior de la condición de sacerdote. Por eso, la selección de los candidatos al sacerdocio debe ser muy cuidadosa. Aquí tiene que aplicarse la máxima atención para que no irrumpa una confusión semejante y, al final, por así decirlo, se identifique el celibato de los sacerdotes con la tendencia a la homosexualidad.

  P. Pero sin duda en monasterios, en clérigos, aunque tal vez no se la viva, hay homosexualidad, homosexualidad no practicada, justamente.

  R. Esto también forma parte de las dificultades de la Iglesia. Y los afectados  tienen que procurar, por lo menos, no practicar activamente esa inclinación a fin de permanecer fieles al cometido interior de su ministerio.

  h) El sida y los preservativos: Humanizar la sexualidad

P. (De la entrevista durante el vuelo a Camerún, el 17-3-2009 )  Santidad, entre los muchos males que afligen a África, destaca el de la difusión del sida. La postura de la Iglesia católica sobre el modo de luchar contra él a menudo no se considera realista ni eficaz. ¿Afrontará este tema durante el viaje? (Philippe Visseyrias de France 2).

  R. Yo diría lo contrario: pienso que la realidad más eficiente, más presente en el frente de la lucha contra el sida es precisamente la Iglesia católica, con sus movimientos y con sus diversas realidades. Diría que no se puede superar este problema del sida sólo con dinero, aunque éste sea necesario; pero si no hay alma, si los africanos no ayudan (comprometiendo la responsabilidad personal), no se puede solucionar este flagelo distribuyendo preservativos; al contrario, aumentan el problema.

 La solución sólo puede ser doble: la primera, una humanización de la sexualidad, es decir, una renovación espiritual y humana que conlleve una nueva forma de comportarse el uno con el otro; y la segunda, una verdadera amistad también y sobre todo con las personas que sufren; una disponibilidad, aun a costa de sacrificios, con renuncias personales, a estar con los que sufren. Éstos son los factores que ayudan y que traen progresos visibles.

Por tanto, yo diría que nuestras dos fuerzas son éstas: renovar al hombre interiormente, darle fuerza espiritual y humana para un comportamiento correcto con respecto a su propio cuerpo y al de los demás, y esa capacidad de sufrir con los que sufren, de permanecer presente en las situaciones de prueba. Me parece que ésta es la respuesta correcta, y la Iglesia hace esto; así da una contribución muy grande e importante. Damos las gracias a todos los que lo hacen.

i) ¿Tiene la iglesia católica el monopolio de la verdad?

  P- La Iglesia católica se ve a sí misma como el lugar de la revelación singularísima  de Dios.. ¿Sólo la Iglesia católica tiene toda la verdad sobre Dios?

  R. Una cosa es que nosotros digamos que Cristo es el Hijo de Dios y que en Él se expresa la plena presencia de la verdad sobre Dios. Otra cosa es que en otras religiones haya también verdades de la índole más múltiple, que esas verdades posean como fragmentos, luces provenientes de la gran Luz que en cierto sentido representen también un movimiento interior hacia Él. Decir que en Cristo está presente Dios y que, con ello, se nos aparece y nos habla el Dios verdadero, no excluye que en otras religiones haya también verdades, pero justamente verdades que, por así decirlo, señalan hacia la verdad. En este sentido, el diálogo, en el que ese señalamiento tiene que hacerse visible es una consecuencia interior de la situación de la humanidad.  

Infalibilidad de  Papa.  

Este es otro de los temas discutidos en la sociedad, es si de verdad es infalible el Papa, pues hemos visto que algunos de ellos han cometido grandes errores. Esto es lo que dice Benedicto XVI:

 P. ¿Es el Papa realmente “infalible” en el sentido en que se transmite a veces por los medios de comunicación? ¿Es u soberano absoluto cuo pensamiento y voluntad son ley?

 R.    Eso es erróneo. El concepto de infalibilidad se ha desarrollado a lo largo de los siglos. Surgió frente a la pregunta acerca de si hay en alguna parte una instancia última que decida. El Con­cilio Vaticano I sostuvo, por fin, siguiendo una larga tradición que provenía desde los tiempos de la cristiandad primitiva, que existe una decisión última. No queda todo en la indefinición En determinadas circunstancias y dadas ciertas condiciones, el  papa puede tomar decisiones vinculantes últimas  por las cuales queda claro cuál es la fe de la Iglesia y cuál no lo es.

Lo que no significa que el papa pueda producir permanen­temente afirmaciones «infalibles». Por lo común, el obispo de Roma actúa como cualquier otro obispo que confiesa su fe que la anuncia, que es fiel en el seno de la Iglesia. Sólo cuan­do se dan determinadas condiciones, cuando la tradición ha sido aclarada y sabe que no actúa de forma arbitraria puede el papa decir: ésta es la fe de la Iglesia, y una negativa al respecto no es la fe de la Iglesia. En tal sentido, el Concilio Vaticano I definió la capacidad de decisión última para que la fe conserve su carácter vinculante.

 P. Según explicó usted, el ministerio de Pedro garantiza la coincidencia con la verdad y con la tradición auténtica, y la comunión con el papa es condición para la ortodoxia y la libertad. San Agustín lo expresó con la frase: «Donde está Pedro, está la Iglesia, y allí está también Dios». Pero ese dicho proviene de otra época y no es preciso que tenga validez también en la actualidad.

 R. Esa frase no reza así y no fue formulada por Agustín, pero ese punto podemos dejarlo aquí en suspenso. De todos modos, es un antiguo axioma de la Iglesia católica. Donde está Pedro. está la Iglesia. Por supuesto, el papa puede tener también opiniones privadas erróneas. Pero, como decíamos antes cuando habla como pastor supremo de la Iglesia, ni dice ya al propio que se le ocurre a él. Dice algo que esta en unidad con el pasado, con el presente y en el futuro, y sobre todo con el Señor. De esto se trata, y esto es también lo que sienten otras comunidades cristianas.

Volver a pagina principal