VISITA SU ALTEZA DOÑA MARIA DE LAS MERCEDES, MADRE DEL REY DON JUAN CARLOS I DE ESPAÑA

Esta visita tuvo lugar 12 de Juluio de 1994. Uno de los periódicos locales, La Gaceta Regional de Salamanca  daba cuenta de este acontecimientos con el siguiente titular: “LA MADRE DEL REY RECIBE HOY A LOS ALUMNOS DE LA UNIVERSIDAD DE LA EXPERIENCIA” De este periódico entresacamos la siguiente información:
«La Condesa de Barcelona tributa hoy en Madrid una recepción a los alumnos que han participado en el pri­mer año de actividades de la Universidad de la Experiencia, una iniciati­va pionera en España en la formación de los mayores de 55 años que se ha desarrollado en la aulas de la Pontificia».
«La mayoría de los alumnos de la Universidad de la Experiencia par­ticipan hoy en Madrid en la recepción que les tributa la Condesa de Barcelona. Los veteranos estudiantes acuden acompañados por la Coor­dinadora de esta acción docente, Adoración Holgado y el Rector de la Pontificia, José Manuel Sánchez Caro.
El acto incluirá la entrega de un cuadro con firmas de los alumnos a Doña María de la Mercedes y varios discursos referidos al primer año de actividades de la Universidad de la Experiencia, como los que impar­tirán José Manuel Sánchez Caro y Fray Bartolomé Vicens, presidente de la Fundación del Hombre y verdadero inspirador de este peculiar proyecto docente».
Continúa el articulista recordando que Doña María de las Mercedes presidió el acto de apertura al comenzar el curso, en cuyo acto acadé­mico fue nombrada Catedrática Emérita de Honor, y da cuenta también de los planes de expansión que tiene esta Universidad .
Hasta aquí lo que dice La Gaceta Regional, y todo esto fue así, pero lo que el comentarista no cuenta, porque no tuvo información de ello, fue el ambiente que se vivió durante el viaje, ni lo que ocurrió durante la recepción en Madrid, y esto es lo que nos proponemos contarles nosotros en este libro de la Universidad de la Experiencia..
El viaje se hizo en autocar que salió de Salamanca hacia las nueve de la mañana, hora prudencial para llegar a Madrid antes de las doce y media, que era la hora convenida para la recepción. La visita no dejaba de tener su morbo para nosotros porque eso de ser recibidos por la madre del Rey no es algo que suceda todos los días.
Era mediados de Julio como queda dicho, y no hace falta recordar que el calor en esta época es mucho, y la ropa que se lleva puesta es más bien poca. ¿Nos recibiría la madre del Rey descamisados como íbamos muchos, o sería necesario ir vestidos con chaqueta y corbata? Esta  era la primera incertidumbre de la mañana al iniciar el viaje, pero a ésta se sumaron otras a medida que íbamos avanzando.
Hemos dicho que salimos de Salamanca a una hora prudencial para llegar a Madrid a la hora acordada, pero en el camino invertimos más tiempo del previsto debido a los atascos por obras en la autopista, y al denso tráfico en Madrid, y esto hizo que cundiera el miedo de no llegar a tiempo a la cita. Dar desplante a la mismísima madre del Rey era toda una pesadilla. Por fin, aunque con unos minutos de retraso, llegamos a la Gran Vía de Madrid y el autocar nos dejó justo enfrente del Casino Militar, que era el lugar donde iba a tener lugar la recepción. Nos bajamos deprisa del autocar, cruzamos rápidamente la calle y fuimos ligeros hacia la puerta del Casino. Allí nos enteramos de que los caballeros necesitábamos chaqueta y corbata para poder acceder a la recepción. ¿Qué hacer quienes no íbamos provistos de esas prendas? No hubo pro­blemas. Todo lo tienen previsto. Allí funciona un ropero donde prestan todo lo necesario para entrar correctamente vestidos de acuerdo con las normas que exige el protocolo.
Una vez dentro nos colocamos en semicírculo, y entonces hizo su aparición S.A.R. Doña María de la Mercedes acompañada del Padre Bar­tolomé. Con tan buen valedor ya nos encontrábamos como en casa.
A partir de ese momento recordamos, para nuestra Catedrática Emérita, la memoria del curso académico 1993-94, que elaboró la compañera Rosa Moreno para la clausura del curso en Salamanca y que en esta ocasión leyó Purificación Barrios. También el compañero Isidro Blanco leyó su testimonio, según nos contó fue su hermana pequeña quien había puesto palabras a sus sentimientos:
«Nunca es tarde, dice la sabiduría popular, si la dicha es buena. Y yo he sido el dichoso afortunado al que a la postre la suerte ha favorecido con un enriquecimiento espiritual y educativo jamás soñado: sentarme en el aula de una Universidad. Porque a mí, que únicamente la vida me ha enseñado lo poco que sé, ya que las circunstancias de antaño me impidieron acceder al mundo del estudio, que ni siquiera pude asistir regularmente a la escuela, como hubiera sido mi deseo y el de mis padres, imposibilitados de medios y agobiados de necesidad, cuya obli­gación prioritaria era dar de comer a siete hijos, a mí,  digo, me pareció increíble que para poder matricularse en la Universidad de la Experien­cia sólo se me exigieran dos requisitos: tener más de 55 años y voluntad de aprender.
Este ha sido, sin duda, para mí y para otras personas como yo, el mejor premio a la constancia, por ir andando edades derrochando ilu­siones y ganas de lograr otras metas y llegar más allá del horizonte que siempre acostumbramos a mirar sin atrevemos a sobrepasarlo.
Asistiendo a las mismas clases, otros compañeros y compañeras, con diferentes títulos académicos, incluso universitarios, han revivido la ilu­sión de aprender cosas nuevas, de recordar otras que casi habían olvida­do, de dialogar y compartir sus saberes y experiencias con los profeso­res y los compañeros.
Todos nos sentimos satisfechos al terminar este primer curso de la Universidad de la Experiencia por los conocimientos, amistades y afec­tos que hemos logrado.
Como de bien nacidos es ser agradecidos, quiero dar testimonio de nuestro agradecimiento a todos aquellos profesores que de nuestro otoño hicieron primavera floreciéndonos tardes de aprendizaje ameno; a Doña Adoración Holgado por su labor al frente de este curso y, con ella, a la Universidad Pontificia que lo hizo posible; a Su Alteza Real madre del Rey, por animarnos en la inauguración con su presencia, a la Junta de Castilla y León por apoyar y financiar esta iniciativa del Padre Bartolomé Vicens. Y a todas las personas que de una forma u otra, casi anónimamente, han contribuido a que nos sintamos milagrosamente jóvenes. A todos ellos. GRACIAS».
A continuación tuvieron lugar los discursos a los que alude La Gace­ta, en los que tanto el Señor Rector de la Universidad Pontificia como el Padre Bartolomé agradecieron a Su Alteza Real el interés manifestado por este Programa universitario que facilitará la participación de los mayores en la sociedad actual.
El acto oficial terminó con la entrega de un cuadro diseñado por el compañero Ángel Adrián con las firmas de todos los alumnos que la alumna Marina de Haro acompañó con estas palabras:

Alteza Real Doña María de las Mercedes:
Es para nosotros, la primera promoción de alumnos y alumnas de la Universidad de la Experiencia, un gran honor poder daros las gracias personalmente por el inmenso regalo que ha supuesto en nuestras vidas, ya con los cabellos más o menos blancos, ser universitarios.
Algunos por primera vez, y sin estudios previos, otros para reavivar conocimientos y hacer nuevas amistades, pero en todos los casos nos ha dado alegría y rejuvenecimiento, permitiéndonos seguir siendo útiles a la sociedad.
Dios os guarde, Señora, que esta visita sea el preludio de muchas más y podamos seguir teniéndoos no sólo como Catedrática Emérita y madre del Rey de España, sino como lo que ya sois en nuestros corazo­nes: Madre, para seguir contándoos las vivencias y sabiduría adquiridas en esta muy vuestra Universidad de la Experiencia.
Os reiteramos las gracias personalmente deseándoos feliz y larga vida para Vos y vuestra real familia».
Acabados estos actos, la Madre del Rey nos saludó a todos, uno por uno, y luego nos ofreció un vino español durante el cual hubo varios alumnos que se acercaron a conversar con ella, a los cuales recibió con toda amabilidad. Después del vino llegó el momento de la foto del grupo, antes se habían hecho otras saludando a Su Alteza Real indivi­dualmente.


JESÚS HERNÁNDEZ CRIADO

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